viernes, 12 de julio de 2013

Capitulo tres: Una mente retorcida~ Denso acompañante



Holaa Tanto tiempo! empiezan las vacaciones hoy!! voy a poder publicar más seguidos los caps, no pude esta semana... por que ando atareada con mis proyectos artísticos :3 soy feliz haciendo cosas plásticas y dibujando, soy una artista de todo corazón, por lo que se vivo haciendo hasta lo más mínimo artísticamente que pueda. Considero el arte plástico y el dibujo como la forma de expresión más pura y amplia que conozco, y me da mucho gusto crear. Pero amo tanto dibujar como escribir, obvio, soy de dibujar más... pero Dibujar, Escribir y Leer, en ese orden, son las cosas que más amo en el mundo, después le sigue Escuchar música y mirar, amo mirar, observar, contemplar. Ya no los molesto más! que disfruten el capitulo tres!! <3 br="">


martes, 25 de junio de 2013

~Continuación del capitulo 1// Capitulo 2: 'El intruso' ~

Holaa, dije cada miercoles, y me pasé una semana, sorry u.u Espero que les guste este capitulo, y continuo el capitulo anterior. Es obra mía totalmente y espero no haber copiado nada, es mí obra :B Le pongo todo mi amor a esta novela, y voy a seguir haciéndolo. Me gustaría transmitir algo con esta novela... sé que no la lee nadie, pero tengo esperanza en que el contador de visitas aumente de un día para otro. Les agradezco que lo lean, si pueden comenten, voten, etc, y no se olviden de recomendarlo :3 Por otro lado, voy a añadir a la página una descripción de la novela, como prólogo. Los capitulos se ven página a página, osea, si quieren ir al otro cap, abajo dice sobre ver las entradas antiguas :3 Byee!
(...)
-Sucede que sin querer, se corrió y le tiré el té encima, hirviendo, y lo bañé en té. Pero no lo hice a propósito, se me cayó.
-Encima de que me bañás en té hirviendo, sos una soberbia, me gritás, y ¿me preguntas quién me creo? ¿No es que el cliente siempre tiene la razón?
-Sos vos el primero en insultarme, gritarme y patalear por cualquier cosa, pedí disculpas, te traje algo para secarte, y solo me estoy defendiendo de tu agresión. El cliente tiene la razón, pero no el derecho a agredir al empleado.
-Entonces, ¿me hacés el favor de ir a buscar a tu jefe? Necesito hablar con él del incidente.
-¿Qué?! ¿Por qué tanta exageración?
-Si no traes ya mismo a tu jefe, voy a tener que llamar a mi papá. Él se va a encargar de todo, total está habilitado para clausurar este lugar en un abrir y cerrar de ojos. Es muy sencillo, y al final todo esto lo lograste vos con tu prepotencia y tu orgullo.- dijo el comensal disgustado abriendo la tapa de su celular, con claras intenciones de llamar a su poderoso padre.
 A Julia le nació un inmenso odio, por no decir exagerado, ya que ver a un chico reaccionar de tal modo, arrogante y superficial, le provocaba nauseas. El odio le nacía desde el centro del estomago hasta la cabeza, quemándole la garganta, diciéndole que gritara, que le gritara a él todos sus pensamientos de desprecio. Estas cosas eran nuevas para Julia, nunca pensó que esa era la forma de reaccionar ante el enojo real.
 Ella nunca se enojaba, si lo hacía, respiraba hondo y seguía sonriendo, pero por alguna razón esa fue la gota que rebalsó el vaso.
-Van a tener que hacer malabares para que este lugar permanezca abierto.
 Julia no pudo contenerse más, y por primera vez dijo lo que realmente pensaba de una persona en su propia cara. Esto podía suceder solo porque ella no era ella misma, si no que era un chico, uno fuerte al que todos en ese lugar apreciaban. En ese momento aprendió que jugar de local era algo muy favorecedor. Sacó su lado más masculino, y lo agarró del cuello de la remera con todas sus fuerzas. El muchacho, que tendría la misma edad que ella, era tan delgado, pero aunque tuviera ojeras y fuera muy pálido, en un punto era atractivo, aunque Julia ni se fijó en ese detalle ya que estaba tan enojada que sus ojos ni lo miraban detenidamente, solo quería hervirlo en agua para fideos, nunca se detuvo a mirarlo correctamente. Todo lo que en realidad le hubiera pasado por la cabeza si fuera Julia en ese momento, sería totalmente diferente de cómo lo veía en la actualidad, con los ojos de Julián, que la poseía en ese momento.
 En el momento que pudo observarlo detenidamente, notó que su pelo era extravagante, la mitad derecha de su pelo era larga, cubriendo parte de su cuello sin llegar a tocar su hombro, y el lado izquierdo era corto, desde la vez que había rapado ese costado ya le estaba creciendo el pelo nuevamente. Su flequillo casi cubría su ojo derecho ya que lo tenía para el costado, y su tono era negro azulado. Tanto le desagradaba a Julia que provocó que su lado escondido revolucionara y floreciera su carácter. En ese momento no era la tímida y reservada, que temía herir sentimientos ajenos, si no que era él, Julián, el chico valiente, directo y protector de los que eran heridos por los incompetentes como ese bocón que tenía en frente.
-Soltáme, ¿qué te pasa?
-¡¿Qué te pasa a vos?! ¿No te das cuenta que estas hablándole a una empleada? Tenés que tener respeto, este es su trabajo y ella lo protege lo mejor posible. Además si tenés problemas con una mujer, no te pongas detrás de tus papás para que te defiendan, si no te atreves a enfrentarte a una mujer, ¿qué tal con un hombre? ¿O qué? ¿Sos un cobarde? –Tomó aire - ella te pidió disculpas, ¿no te bastan? Si las pidió de mala manera, debe ser porque le contestaste muy mal antes de que ella se disculpe, no tiene que arrodillarse a pedirte disculpas. Si ella reacciona mal, el jefe o yo la reprenderemos y tendrá sus consecuencias- Julia ya no respiraba, solo tenía aire para seguir hablándole de forma inconsciente a ese maleducado- ¿Te llevaste la materia “educación” a marzo?- todos estaban boquiabiertos, y ella no había dicho nada genial, solo lo que se le cruzó al verlo. La mitad de las cosas que había dicho eran una cruel mentira, pero si se metían con su amiga, debían pagar. Más si era un inmaduro que no conocía la palabra trabajo.
En su trabajo era querida y respetada, se sentía cómoda con él, por eso no iba a dejar que ningún intruso atentara contra él, ni que perjudicara a la familia de su amiga, quienes habían sido tan buenos y correctos con ella. Ese era su trabajo y sentía el deber de defenderlo con uñas y dientes.
-Julia…án, tranquilo,  dejálo ir, puede crearnos problemas reales, vamos, calmáte- dijo Sophie agarrando gentilmente su hombro, en señal de que lo soltara, tan sorprendida como el resto de las personas.
Lo suelta a regañadientes. Cuando voltea su mirada, todos la observaban y no sabía de dónde había sacado el valor para hacer lo que acababa de hacer.
-Si no te gustan nuestros servicios, podes retirarte- le dijo por último Julián.
El intruso se sintió tan humillado que se fue lo más rápido posible, refunfuñando y maldiciendo por lo bajo, la situación había estado en su contra y encima, con un público más que multitudinario.
Julián volvió a la mesa que había dejado de atender abruptamente y se dispuso a volver a su amado trabajo en paz.
-Disculpen las molestias, ya mismo traigo su pedido- Julia notó que la clienta la observaba anonadada, con los ojos celestes tan brillantes que la inquietaban,  y con las mejillas tan sonrojadas que dejaban a las claras sus pensamientos, lo que enojaba a su acompañante. Julia temía que a los clientes les pareciera mal su reacción y el conflicto les ocasionara dificultades a los padres de Sophie, pero fue todo lo contrario, los clientes le daban la razón, y como nunca se alteraba la paz de esa confitería, ningún mequetrefe iba a arrebatar el buen ambiente del lugar.
Cuando se acercaba a tomar las ordenes, los comensales lo felicitaban por defender tan bien su trabajo, lo saludaban, y le recordaban que era bueno que se defienda a los compañeros de trabajo, aunque muchos pensaban que la había a Sophie defendido porque era su novia, pero se equivocaban. También dejaban una gran propina, lo cual la sorprendía mucho más.
Ella no caía en lo que había hecho todavía, no sabía de dónde había sacado esa idea loca de agarrar a alguien del cuello de la remera y contestarle como lo había hecho. Era la primera vez que soltaba todos sus pensamientos y su carácter defensor, decir todo sin titubear. Su único dilema radicaba en sus sentimientos actuales: sentirse bien por haber dicho todo lo que pensaba por impulso y sin dudas o sentirse mal por haber dejado en ridículo al chico. Estas incertidumbres no dejaron de rondar su cabeza hasta que llegaron con Sophie al colegio.
 Aunque ya hacía varios años que ellas dos eran amigas, con el resto de sus compañeras no lo eran mucho. Sophie le recordaba a Julia que entre ellas ya eran amigas, y que al encariñarse con alguna nueva amiga, eran más propensas a pelearse. Su lema era “mejor tener una única amiga inseparable y leal, que nuevas amigas que nos dividan”, con lo que Julia estaba cien por ciento desacuerdo, pero seguía siendo amigable con todos por si algún día ellas se peleaban, no quedarse sola. A Julia le constaba que si su mejor amiga se peleaba con ella, iba a quedarse sola,  y esa idea la abrumaba.
 Vivían discutiendo, lo que era normal porque sus personalidades eran muy diferentes, pero cada discusión fortalecía más su amistad. Sophie era charlatana, extrovertida, graciosa, pero con los pies en la tierra, atenta, segura según lo demostraba, frontal, positiva, y no le preocupaba el qué dirán por lo que hacía bromas sobre sí misma siempre que podía. En cambio Julia era introvertida, aunque cuando entraba en confianza era charlatana, pero las personas debían comenzar las charlas, porque ella pensaba como hablar antes, sacar temas, pero no se le ocurrían buenos temas y terminaban dejándola sola, tenía humor pero no del intencional, si no que le salían las cosas graciosas si no las buscaba, no era espontánea, era tímida, indirecta, contradictoria, se preocupaba por todo, era despistada, pesimista e insegura en casi todo. Esas diferencias bien remarcadas, hacían que sus personalidades encajaran perfectamente, haciendo que formaran un dúo perfecto. Una incentivaba a la otra a fomentar su carácter, mientras la ayudaba con sus situaciones de conflicto, mientras a la inversa Julia controlaba los niveles de ira de su amiga, sus palabras ofensivas hacia los más susceptibles, poniendo un límite en su frontalidad, al mismo tiempo que le recordaba que ser directa era bueno, pero los limites había que respetarlos.

Otra de sus diferencias era que Julia tenía el mismo nivel de preocupación constante que de delirios y sueños imposibles. Tantas expectativas le ponía a sus divagues, que se desilusionaba de golpe. Pero Sophie al ser tan directa, le bajaba sus expectativas antes de que se las bajaran de un hondazo. Por esas y más razones eran amigas, se necesitaban una a la otra. Se complementaban.-Sucede que sin querer, se corrió y le tiré el té encima, hirviendo, y lo bañé en té. Pero no lo hice a propósito, se me cayó.
-Encima de que me bañás en té hirviendo, sos una soberbia, me gritás, y ¿me preguntas quién me creo? ¿No es que el cliente siempre tiene la razón?
-Sos vos el primero en insultarme, gritarme y patalear por cualquier cosa, pedí disculpas, te traje algo para secarte, y solo me estoy defendiendo de tu agresión. El cliente tiene la razón, pero no el derecho a agredir al empleado.
-Entonces, ¿me hacés el favor de ir a buscar a tu jefe? Necesito hablar con él del incidente.
-¿Qué?! ¿Por qué tanta exageración?
-Si no traes ya mismo a tu jefe, voy a tener que llamar a mi papá. Él se va a encargar de todo, total está habilitado para clausurar este lugar en un abrir y cerrar de ojos. Es muy sencillo, y al final todo esto lo lograste vos con tu prepotencia y tu orgullo.- dijo el comensal disgustado abriendo la tapa de su celular, con claras intenciones de llamar a su poderoso padre.
 A Julia le nació un inmenso odio, por no decir exagerado, ya que ver a un chico reaccionar de tal modo, arrogante y superficial, le provocaba nauseas. El odio le nacía desde el centro del estomago hasta la cabeza, quemándole la garganta, diciéndole que gritara, que le gritara a él todos sus pensamientos de desprecio. Estas cosas eran nuevas para Julia, nunca pensó que esa era la forma de reaccionar ante el enojo real.
 Ella nunca se enojaba, si lo hacía, respiraba hondo y seguía sonriendo, pero por alguna razón esa fue la gota que rebalsó el vaso.
-Van a tener que hacer malabares para que este lugar permanezca abierto.
 Julia no pudo contenerse más, y por primera vez dijo lo que realmente pensaba de una persona en su propia cara. Esto podía suceder solo porque ella no era ella misma, si no que era un chico, uno fuerte al que todos en ese lugar apreciaban. En ese momento aprendió que jugar de local era algo muy favorecedor. Sacó su lado más masculino, y lo agarró del cuello de la remera con todas sus fuerzas. El muchacho, que tendría la misma edad que ella, era tan delgado, pero aunque tuviera ojeras y fuera muy pálido, en un punto era atractivo, aunque Julia ni se fijó en ese detalle ya que estaba tan enojada que sus ojos ni lo miraban detenidamente, solo quería hervirlo en agua para fideos, nunca se detuvo a mirarlo correctamente. Todo lo que en realidad le hubiera pasado por la cabeza si fuera Julia en ese momento, sería totalmente diferente de cómo lo veía en la actualidad, con los ojos de Julián, que la poseía en ese momento.
 En el momento que pudo observarlo detenidamente, notó que su pelo era extravagante, la mitad derecha de su pelo era larga, cubriendo parte de su cuello sin llegar a tocar su hombro, y el lado izquierdo era corto, desde la vez que había rapado ese costado ya le estaba creciendo el pelo nuevamente. Su flequillo casi cubría su ojo derecho ya que lo tenía para el costado, y su tono era negro azulado. Tanto le desagradaba a Julia que provocó que su lado escondido revolucionara y floreciera su carácter. En ese momento no era la tímida y reservada, que temía herir sentimientos ajenos, si no que era él, Julián, el chico valiente, directo y protector de los que eran heridos por los incompetentes como ese bocón que tenía en frente.
-Soltáme, ¿qué te pasa?
-¡¿Qué te pasa a vos?! ¿No te das cuenta que estas hablándole a una empleada? Tenés que tener respeto, este es su trabajo y ella lo protege lo mejor posible. Además si tenés problemas con una mujer, no te pongas detrás de tus papás para que te defiendan, si no te atreves a enfrentarte a una mujer, ¿qué tal con un hombre? ¿O qué? ¿Sos un cobarde? –Tomó aire - ella te pidió disculpas, ¿no te bastan? Si las pidió de mala manera, debe ser porque le contestaste muy mal antes de que ella se disculpe, no tiene que arrodillarse a pedirte disculpas. Si ella reacciona mal, el jefe o yo la reprenderemos y tendrá sus consecuencias- Julia ya no respiraba, solo tenía aire para seguir hablándole de forma inconsciente a ese maleducado- ¿Te llevaste la materia “educación” a marzo?- todos estaban boquiabiertos, y ella no había dicho nada genial, solo lo que se le cruzó al verlo. La mitad de las cosas que había dicho eran una cruel mentira, pero si se metían con su amiga, debían pagar. Más si era un inmaduro que no conocía la palabra trabajo.
En su trabajo era querida y respetada, se sentía cómoda con él, por eso no iba a dejar que ningún intruso atentara contra él, ni que perjudicara a la familia de su amiga, quienes habían sido tan buenos y correctos con ella. Ese era su trabajo y sentía el deber de defenderlo con uñas y dientes.
-Julia…án, tranquilo,  dejálo ir, puede crearnos problemas reales, vamos, calmáte- dijo Sophie agarrando gentilmente su hombro, en señal de que lo soltara, tan sorprendida como el resto de las personas.
Lo suelta a regañadientes. Cuando voltea su mirada, todos la observaban y no sabía de dónde había sacado el valor para hacer lo que acababa de hacer.
-Si no te gustan nuestros servicios, podes retirarte- le dijo por último Julián.
El intruso se sintió tan humillado que se fue lo más rápido posible, refunfuñando y maldiciendo por lo bajo, la situación había estado en su contra y encima, con un público más que multitudinario.
Julián volvió a la mesa que había dejado de atender abruptamente y se dispuso a volver a su amado trabajo en paz.
-Disculpen las molestias, ya mismo traigo su pedido- Julia notó que la clienta la observaba anonadada, con los ojos celestes tan brillantes que la inquietaban,  y con las mejillas tan sonrojadas que dejaban a las claras sus pensamientos, lo que enojaba a su acompañante. Julia temía que a los clientes les pareciera mal su reacción y el conflicto les ocasionara dificultades a los padres de Sophie, pero fue todo lo contrario, los clientes le daban la razón, y como nunca se alteraba la paz de esa confitería, ningún mequetrefe iba a arrebatar el buen ambiente del lugar.
Cuando se acercaba a tomar las ordenes, los comensales lo felicitaban por defender tan bien su trabajo, lo saludaban, y le recordaban que era bueno que se defienda a los compañeros de trabajo, aunque muchos pensaban que la había a Sophie defendido porque era su novia, pero se equivocaban. También dejaban una gran propina, lo cual la sorprendía mucho más.
Ella no caía en lo que había hecho todavía, no sabía de dónde había sacado esa idea loca de agarrar a alguien del cuello de la remera y contestarle como lo había hecho. Era la primera vez que soltaba todos sus pensamientos y su carácter defensor, decir todo sin titubear. Su único dilema radicaba en sus sentimientos actuales: sentirse bien por haber dicho todo lo que pensaba por impulso y sin dudas o sentirse mal por haber dejado en ridículo al chico. Estas incertidumbres no dejaron de rondar su cabeza hasta que llegaron con Sophie al colegio.
 Aunque ya hacía varios años que ellas dos eran amigas, con el resto de sus compañeras no lo eran mucho. Sophie le recordaba a Julia que entre ellas ya eran amigas, y que al encariñarse con alguna nueva amiga, eran más propensas a pelearse. Su lema era “mejor tener una única amiga inseparable y leal, que nuevas amigas que nos dividan”, con lo que Julia estaba cien por ciento desacuerdo, pero seguía siendo amigable con todos por si algún día ellas se peleaban, no quedarse sola. A Julia le constaba que si su mejor amiga se peleaba con ella, iba a quedarse sola,  y esa idea la abrumaba.
 Vivían discutiendo, lo que era normal porque sus personalidades eran muy diferentes, pero cada discusión fortalecía más su amistad. Sophie era charlatana, extrovertida, graciosa, pero con los pies en la tierra, atenta, segura según lo demostraba, frontal, positiva, y no le preocupaba el qué dirán por lo que hacía bromas sobre sí misma siempre que podía. En cambio Julia era introvertida, aunque cuando entraba en confianza era charlatana, pero las personas debían comenzar las charlas, porque ella pensaba como hablar antes, sacar temas, pero no se le ocurrían buenos temas y terminaban dejándola sola, tenía humor pero no del intencional, si no que le salían las cosas graciosas si no las buscaba, no era espontánea, era tímida, indirecta, contradictoria, se preocupaba por todo, era despistada, pesimista e insegura en casi todo. Esas diferencias bien remarcadas, hacían que sus personalidades encajaran perfectamente, haciendo que formaran un dúo perfecto. Una incentivaba a la otra a fomentar su carácter, mientras la ayudaba con sus situaciones de conflicto, mientras a la inversa Julia controlaba los niveles de ira de su amiga, sus palabras ofensivas hacia los más susceptibles, poniendo un límite en su frontalidad, al mismo tiempo que le recordaba que ser directa era bueno, pero los limites había que respetarlos.
Otra de sus diferencias era que Julia tenía el mismo nivel de preocupación constante que de delirios y sueños imposibles. Tantas expectativas le ponía a sus divagues, que se desilusionaba de golpe. Pero Sophie al ser tan directa, le bajaba sus expectativas antes de que se las bajaran de un hondazo. Por esas y más razones eran amigas, se necesitaban una a la otra. Se complementaban. 

Capitulo 2: 'El Intruso'

En el colegio Julia destacaba por sus notas y por su respeto a los profesores, que la tomaban de ejemplo siempre. Eso era tan bueno como lo era de malo, porque sus compañeros le tomaron bronca y otros se aprovechaban de su “no” difícil, utilizándola para que les resolviera los deberes y tareas de ellos. Como a ella no le molestaba hacerles la tarea o explicarles, accedía, pero cuando se dio cuenta que le estaban tomando el pelo, y luego de un sermón de Sophie, decidió empezar a evitar que se aprovechen de ella: empezó a evitarlos poniendo excusas, porque el negarse directamente se le complicaba demasiado.
Su mayor problema era cuando, antes de una evaluación, le pedían que les explicara antes de la misma, arrinconándola entre la espada y la pared, ya que no podía negar que supiera y que se le facilitara más el explicar los temas. Entonces tenía que explicar todo un trimestre en menos de diez minutos (lo que dura un recreo), dejando a su paso un dolor de cabeza insostenible, perjudicándola a la hora de expresarse en una evaluación.

-Hola Julia, ¿cómo estás?- preguntó Elena, la blonda que encabezaba la lista de personas que solo se acercaban a ella para pedirle un favor o aprovecharse de su bondad.
-Mmm, no, está igual que siempre, ¿qué necesitas?- se anticipó un poco incomoda Julia.
-Es que no entiendo porqué si siempre tuviste el pelo largo, sedoso y castaño oscuro cabello, te lo cortaste así, masacrando tu cabellera- lo decía por el corte varonil que se había hecho, aunque en el trabajo parecía más corto de lo normal, en el colegio cambiaba su peinado, del costado izquierdo un mechón largo hasta el cuello le enmarcaba el rostro, era un corte raro, pero práctico para su cuartada- No necesito nada… Ah!, si, un chico nuevo va a entrar al curso, y quería que lo supieran. Dijo la profesora que vos eras la encargada de guiarlo todo el día al nuevo, tenías que mostrarle la escuela, sentarte con él, ya sabés, integrarlo.
-¿Qué?!- hirvió de ira Sophie- ¡Yo me siento con ella! ¡Qué disparate!, ¿desde cuándo hacen esa estupidez en la escuela?
-La alumna perfecta para los profesores es la persona más indicada para guiar al nuevo, te compadezco. Pero a decir verdad, no especificaron si era alumna o alumno nuevo, aunque espero que sea alumno nuevo, estamos súper poblados de chicas, necesitamos más chicos.
“Jah! Claro, vos querés un chico porque te conviene, pero yo soy la que tiene que guiarlo, y en traje de mujer. Preferiría que fuera chica, no solo puedo hacer una amiga nueva, si no que puedo hablar con tranquilidad y los nervios no van a hacerme meter la pata. ¡Esto es injusto!” pensó Julia, sonriendo y asintiendo a la vez. Sin duda sus pensamientos no se veían reflejados en su rostro.
Cuando Elena se retiró de forma exagerada innecesariamente, como lo hacía con todo siempre, Sophie ya había notado la falsedad de sus gestos y que su máscara usual escondía la preocupación real de su rostro, adornando su usual pelo asimétrico con una sombría mirada de desaliento.
-No es justo que te encarguen guiar al nuevo o a la nueva, voy a hablar para que vallamos juntas. Seguro es sencillo y podemos guiarlo entre las dos. No te preocupes- palmeó su espalda y le sonrió, para que ella se aliviara un poco, lo que resultó haciendo que Julia se relajara.

-Siento informar que es un programa individual, donde la delegada o el delegado del curso se encarga por separado de guiar y acompañar al nuevo alumno.- expresó la preceptora, viendo el planteo determinado de Sophie.
-¡Pero si ella no es la delegada!- la corrigió. Era una excusa patética.
-Estas equivocada. Debido a que en el año ustedes no decidieron un delegado, por cuestiones del reglamento los profesores eligen al delegado del curso debido a las notas y su buena relación para con los profesores como con el resto del curso.- Mira el rostro enardecido de Sophie de arriba abajo, la ira la estaba consumiendo- También es parte del reglamento utilizar el guardapolvo de forma correcta, alumna Azula. Usted también, delegada Benderu.
-¿Sabe usted que me sofoca ponerme bien el guardapolvo? Usted no se tiene que abrochar su guardapolvo en la espalda hasta el cuello, hace calor, sufro claustrofobia en este uniforme, y es más práctico. Por lo menos lo uso, lo doy vuelta, pero lo traigo conmigo, hay muchos que ni lo traen, y van por todo el colegio con su ropa normal.
 Julia no dejaba de admirar su determinación al contestarle a una autoridad, ¿qué hacía que ella no pudiera poner esas sencillas palabras en su boca? ¿Qué le impedía actuar?
-Bien, de eso me voy a encargar. Cuando solucione ese problema, quiero verla con el guardapolvo bien puesto, ¿entendido?
-Soluciónelo y vemos- agarró de la muñeca a Julia que observaba como siempre desde afuera, haciendo notas mentales de cómo actuar a futuro-. Vamos Julia, tenemos que ir a clases.
Como era normal que su amiga estuviera siempre con cara preocupada y triste, su mejor amiga siempre sonreía y contrarrestaba su negatividad con positividad al máximo posible, si no, se enojaba mucho, para sacarle sonrisas y no dejar que la sombría Julia apareciera tanto. Sophie no era de tener puntos medios: o muy feliz o muy enojada.
Cuando entran al curso, se dieron un susto de muerte. Tanto se sorprendieron que todos se dieron vuelta a ver al par, que miraban horrorizadas lo que tenían en frente. Sophie había lanzado un gritito ahogado. Julia estaba tan impávida que su tez ya de por sí pálida, había pasado de un rosa claro a blanco cal. No podía emitir un solo sonido. Todo porque el compañero nuevo que estaba al lado del profesor, que también las observaba sorprendido, al que ella debería guiar por todo el colegio, acompañarlo, presentarlo ante el curso, sentarse con él todo el día, era el mismísimo alborotador de Cute Cake de esa misma mañana.
Su cabello negro azulado corto del lado izquierdo y largo hasta reposar en su hombro del lado derecho, cortado en dos capas. El lado largo, también tenía un flequillo que reposaba en el ojo del mismo costado tapándolo. Un lunar debajo de su ojo izquierdo, terminaba por hacer llamativa su sombría cara, de ojos grandes y azules, con cejas gruesas haciendo un techo en su mirada, nariz respingada y mentón afilado, con ojeras resaltadas por la palidez de su piel y boca mediana, no tenía labios gruesos ni finos, normales. Para Julia, bastante exagerado su aspecto. Su ceño estaba fruncido al ver a Sophie entrar en su nueva clase,  lo que hacía que su amiga se estremeciera del miedo, y quisiera huir de la escena. Era un chico delgado, por pocos centímetros más alto que ella, el guardapolvo le quedaba un poco grande.
-Azula y Benderu, ¿tengo que ponerles media falta por llegar tarde?, mejor siéntense. Estamos presentando al alumno nuevo, ¿podrían no faltar el respeto?- dijo el profesor García al ver que ellas seguían petrificadas en la puerta.
-Ah, sí, perdón- recobró su estado altanero Sophie, agarró nuevamente a su amiga de la muñeca, ya que esta no reaccionaba, y se la llevó al asiento, con su cabeza en alto, demostrándole al nuevo que ella tenía derecho de piso, y que él tendría que bajar la cabeza si quiere seguir en ese colegio.
Ellas se sentaron en sus lugares usuales, a delante de todo, atrás estaban sus amigas, con las que siempre armaban grupo de estudio, Natalie y Melody, mientras que a delante de Sophie y Julia se sentaba Martín, el amigo de Julia, ya que eran un número impar.
-Bueno, prosigo, como ya habrán notado, él es el alumno nuevo, su nuevo compañero, y aunque ya se van a conocer, se llama Gaél Ramírez. Tiene un año más que algunos de ustedes, porque debido a que el padre trabajaba en el exterior por negocios… No sé por qué me obligan a explicarles algo innecesario como esto, ustedes se van a conocer ya, pero ya que cambiaron las reglas… También es mi deber informarles que Julia Benderu es la delegada actual del curso decidido por los profesores debido a que sus notas y relaciones con el curso y profesores son buenas. Esto es consecuencia de que nadie se haya molestado en buscar un delegado. Si están disconformes, el año próximo tienen la obligación de elegir al delegado. – A Julia le subió la sangre a la cabeza, ya no podía pensar con claridad- Ahora es la encargada de guiarlo por el colegio y encargarse de Gaél. Es un método innecesario como ya dije,  pero es una regla nueva que hay que seguir.
El profesor dejó que los murmullos inundaran el aula y se acercó a Julia.
-Tenés que cambiarte de lugar, Azula se sienta acá adelante, con Martín Bernardino y Gaél con Benderu.
“No, no. Algo debe estar mal. Mi cabeza da vueltas. Mi lugar. Gaél. Delegada. Julián. Sophie. Chico nuevo, ¿¡qué!? Tienen que matarme, o me suicido. Es una opción muy buena ahorcarme con el cinturón del guardapolvo. ¿Cómo este día terminó así? Mejor dicho… ¿cómo empezó de esta forma?”
-Si- dijo Sophie un poco nerviosa, ella tampoco creía  lo que estaba pasándole.
Gaél se sentó del lado de la pared y Julia se acurrucó en su lugar, haciéndose chiquita para no tener contacto con él, aunque su deseo fuera poder desvanecerse.
Parecía antipático, más allá de la mala relación entre ella y él. Estaba apoyado en su mano derecha, lo que impedía que Julia le viera la cara, ya que el flequillo tapaba su rostro.
-Hola- le dijo él a Julia, y extendió su mano libre hacia ella, la cual observó atónita, no podía creer que esta mañana hubiera sido todo un grosero y ahora intentaba ser educado. Luego de largo rato de examinar la mano se dio cuenta que ella era más maleducada al no tomar la mano.
-H-hola- dijo ella casi en un susurro estrechando su mano. Después él volvió a su posición inicial, impidiendo que Julia viera su cara.
“Estoy segura que ya sabe que soy Julián, lo único que no sé es porqué no hace un escándalo ni dice nada! Mátenme!” pensó Julia.
-Conoces a la chica que estaba sentada con vos? – dijo él de repente.
-Sí- respondió ahogadamente Julia, “Es obvio, tarado. Sospechará, ¿qué hago?”.
-La vi hoy en la confitería a la que fui. No nos llevamos bien, hoy fui un poco agresivo con ella, pero en este momento siento agujas y pinchazos en la nuca, debe odiarme mucho- sin duda Sophie le clavaba la mirada con ira.
-Puede ser…- “Yo te odio más que ella, de eso estate seguro!”
-Te estoy escuchando, y de paso vigilo que no intentes ser agresivo con mi mejor amiga- dijo Sophie, hostilmente.
-Perdón por lo de hoy- dijo él dándose vuelta para mirarla a la cara, no tenía cara de cordero degollado pero no poseía expresión de falsedad, Julia reconocía cuando alguien era falso porque ella lo era-. Estaba nervioso, soy nuevo, y no acostumbro quedarme callado cuando alguien me contesta como vos lo hiciste. Igual con vos no tengo ningún problema, con el que tengo es con tu novio, el de la confitería, decile que lo voy a hacer llorar cuando lo vea nuevamente.
Julia casi se larga a llorar en ese momento, su corazón dio un vuelco, un nudo en la garganta le impedía respirar bien “qué hice para merecer esto?”
-Si, mi novi… No es mi novio!- se rió Sophie- Es el hermano de Julia!
Julia quería ir a esconderse bajo el escritorio, cuando Gaél la miró se quedó observando un rato su cara, como buscando algo. Después de un momento de observar de reojo el rosto aturdido de Gaél, ella notó que este tenía sus pétreas mejillas un poco más coloridas, pero él movió su cara hacia adelante antes de que ella lo pudiera comprobar.
-Sos su hermana?
-S…si- “por el amor de Dios, seguro que se da cuenta, es la misma voz, un poco más afinada”
-Perdón, son muy parecidos ahora que me doy cuenta. Disculpá si te ofendí al hablar mal de tu hermano.
“Bien, esto me sobrepasa. Se está disculpando? Qué raro en él hacer eso! Pensé que conocía la palabra ‘perdón’ o ‘disculpe’. Hasta parece más humano!” Pensó Julia.
-También, ahora que me acuerdo, discúlpame que te robe tu tiempo y te obliguen a acompañarme todo el día y a sentarte conmigo- parecía un poco tímido, se rascó la nuca donde adornaban dos mechones de su pelo largo.
“Si te disculpás tanto, voy a pensar que sos una persona medianamente buena, no te disculpes, deja que te odie, no odiaba a una persona tanto desde primaria. Por tu culpa soy delegada y guía turística, con lo que me cuesta hablarle a multitudes o a simples personas como los comerciantes” volvió a sincronizar en su mente Julia.
-No hay problema, bienvenido- dijo ella con una de sus más falsas sonrisas. Gaél solo carraspeó.

En el recreo, Julia tuvo que tomar su papel nuevo, “guía turística” del nuevo, que no lo tragaba ni con un litro de agua.
-Esa es la librería, solo te dejan bajar antes de entrar al grado y en recreos.
-Ah, es un poco monopólico este colegio, tiene su propi librería y fotocopiadora, a demás de buffet. Nadie necesita salir a comprar afuera.
-Es verdad. Allá está…
-Ahora pareces menos tímida- dijo él con una sonrisa.
-Tímida?- “Qué!? No te distraigas imbécil, estoy guiándote a VOS! En este momento podría estar con Sophie en vez de con vos! A parte, mirá quien habla, señor ‘me rasco la nuca’ hmm”
-Si, al principio pensé que eras tartamuda, todo “H-hola, S-si, si”, ahora está menos débil tu voz- dijo él imitando su voz.
-No hablo mucho…
-Conmigo ahora estás hablando, así que hice que cambiaras un poco tu forma de hablar- pensó en voz alta Gaél, parecía entusiasmado.
 “No, este chico no va a entender nunca que tengo tantas ganas de pegarle que o controlo mis ganas de pegarle o controlo el tartamudeo, al parecer al no prestar atención a otra cosa que no sea no pegarle, me hizo dejar de tartamudear”
-Es posible, estoy más cómoda.
-Disculpá que te interrumpí, solo me alegró tu cambio- volvió a rascarse la nuca.
-Bueno, allá está el baño, es de chicas, pero el de chicos está en el pasillo. El resto son aulas que por lo general decrecen desde la biblioteca hasta acá, el resto es cosa de necesitar hablar con la preceptora, está en esa cabina.
-Ah… ese es el fin del recorrido?
-Si, creo que ya te indiqué todo.- “por suerte”
-La verdad es que al principio no parecías una delegada, me imaginé que eras más despreocupada o extrovertida, para ser delegado hay que tener un poco de desfachatez, pero al final me di cuenta que te quedaba bien ser delegada.
Julia lo miró asombrada un momento, “está alagándome, si.. creo que sí. Pero piensa que no soy extrovertida… está muy lejos de pensar que soy Julián, genial!” se alegró Julia.
-Gracias.
-Ahora sos libre de ir con tu ami…
-Julia‼ - gritó una voz conocida a través del pasillo. Sophie se acercaba dando saltitos con un chico muy alto al lado suyo, su aspecto era exótico al lado de la femenina y delicada peli negro. Era alto y llegaba largas rastas pasando sus hombros, ropa rastafari, con la bandera de Jamaica y el guardapolvo abierto, una barba poblada en el mentón y cejas gruesas. Su pantalón era holgado de una tela de hilo fino, negro a rallas verticales blancas, con más de dos bolsillos. Parecía bastante desprolijo. Era todo lo contrario a Sophie. Era el su novio hace un año y medio, Julia lo describiría como  “un chico sucio”. A pesar de eso, y de que ella consideraba que su amiga tenía un especial mal gusto, le agradaba y pensaba que era simpático porque a ella no la molestaba. A Sophie le gustaban todos sus defectos y sus virtudes, estaba locamente enamorada de él, y mientras Julia viera que ella fuera feliz, no iba a intentar cambiarlos.
-Sophie- Julia abrazó a su amiga, no sentarse con ella era como estar cien días sin verla- Hola Benjamín. So, ya terminamos el recorrido.
Sophie entendió enseguida su expresión de suplica.
-Hola Gaél, tanto tiempo! Como te está yendo? – dijo muy amigable Benjamín. Ni Julia ni Sophie entendían qué estaba pasando, ni qué capítulo de la historia se habían salteado. ¿De dónde se conocían?
-Hola! No sabía que estabas en este colegio, ella es tu novia?- preguntó Gaél, chocándose las manos y haciendo un saludo con el hombro como si se conocieran de toda la vida.
-Sí, soy su novia- expuso de forma altiva Sophie- De donde se conocen?- le parecía algo desagradable, como si hubiera encontrado a su novio con miss universo teniendo una aventura.
-Somos amigos desde la primaria. Como éramos vecinos venía a jugar a casa, y yo merendaba en su casa. El último año que estuvimos en el mismo colegio me ayudó a pasar de año. Explicame qué te hiciste en el pelo. – dijo alborotando su flequillo.
 -Jajaja, mirá quien habla, “don arácnido”- dijo el otro agarrando una rafta, aunque la soltó rápido, le daba un poco de cosa la textura de eso que llevaba en la cabeza su amigo.
Mientras charlaban, se pegaban y contaban cosas de sus vidas, a Sophie le daban ganas de raparlos a ambos, pero se contuvo y se llevó del brazo a Julia, rescatándola del aburrimiento que era escucharlos a esos dos decir cosas sin importancia.
-Hice algo injusto en mi otra vida? Será mi karma? Por ahí es porque maltrato a la preceptora… tengo que dejar de hacer eso? Creo que es un castigo divino!- dramatizó Sophie.
-Creo que las dos estamos malditas por algo.. Yo odio a Gaél y me lo endosan como si nada, me nombran delegada cuando soy mala para dar discursos o comunicarme con el grado, él odia mi lado oculto, Julián, que encima cree que es mi hermano y piensa que yo soy tímida e introvertida, por eso me trata bien. Qué hago?
-En primer lugar, si, estas un poco maldita… pero parte de lo que pasa es tu culpa, vos tendrías que quejarte si no te gusta ser la delegada. Y él no se equivocó, te describió tal cual!, sos introvertida y tímida,  yo que te conozco más, puedo agregar que sos pesimista y exagerada en negatividad.
-Se me nota mucho?
-Claro que se nota, sos callada, hablas cuando entras en confianza, y nunca le decis a las personas directamente lo que pensas, además, si era lo que pensabas no le dijiste “Mirá querido, yo no tengo porqué guiarte, estás grande, que te guie la vida” , decime, no recordás lo de esta mañana y querés partirle la cara de una piña?
-La verdad es que sí, pero siendo Julia no puedo, prefiero esconder mi cabeza como los avestruces. Soy cobarde.
-Me da gracia que sigas en tu misma terca y inmadura postura, tenés que avanzar. Pero eso lo tenés que hacer sola, no te pienso ayudar.
-Mala.
-Muy mala. Volvamos- y empezaron a caminar hacia ellos.
-Bueno, Benja, terminaste de hablar? Vení, vamos a comprar un helado.
-Ok, bueno Gaél, nos vemos. Me alegra que hayas vuelto.
-A mi también. Nos vemos!- saludó con su mano y volteó a mirar a Julia, que se había quedado viendo como se alejaban Sophie y Benjamín, como siempre discutiendo pero abrazados, parecía obnubilada al verlos.
La cara de Julia estaba enmarcada con un flequillo castaño oscuro desparejo al costado que cubría su frente, tenía un mechón largo del lado izquierdo que llegaba al termino de su cuello, lacio y parecía sedoso a la vista. Sus pestañas eran resaltadas con maquillaje y los ojos delineados, grandes y de color chocolate, aunque siempre que estaba vestida normalmente, sin hacer su papel de Julián, parecían preocupados, aunque no tuviera razón alguna para estarlo, sus ojos reflejaban insatisfacción y tristeza. Sonreía poco y cuando lo hacían sus cejas no se relajaban si no que dirigía su seriedad y preocupación a ellas, dejando su entrecejo siempre arrugado en forma de pena. Sus rasgos faciales eran excéntricos, no tenían nada de comunes, pero no era belleza atractiva, era distinta, y Gaél lo notaba. Su piel parecía suave pero fría y su tonalidad era pálida pero tenía color en las mejillas, en cambio al lado de gaél ella parecía luminosa y radiantemente colorida. Era delgada y casi sin curvas, no tenía busto, lo que la facilitaba realizar su papel de Julián, y sus caderas eran normales, ni muy anchas ni muy delgadas.
En ese momento Gaél notó que sus ojos tristes miraban brillosos la escena de su mejor amiga feliz, su cara era más colorida y hasta las comisuras de su boca se curvaban formando casi una sonrisa. A Gaél le gustó el rostro de Julia.
Gaél carraspeó para que su voz no saliera vergonzosa.
-No ibas a ir con tus amigos?
-Eh? Ah! No, no, no te voy a dejar solo, no conoces a muchos… Aparte no quiero interrumpirlos. Vení, vamos al aula.- “Julia, que te pasa? No querías que se fuera? Deshacerte de él? Él se despegaba solo, y vos dejaste escapar la oportunidad. A veces te desprecio tanto que si no fuera porque somos las dos ‘Julia’, tomaría tu lugar. Reaccioná!”
Ellos se dirigieron a su aula donde se encontraban los amigos de Julia, que aunque no fueran muchos, eran buenos y se llevaban bien con Sophie. Ellos eran tres: Martín, Melody y Natalie. Parecían un extraño grupo.
-Hola, como estuvo el recorrido? Fue interesante?- preguntó Gabriél, irónicamente.
-Mmm..Sí- dijo Gaél.
Al parecer nadie entendía por qué tenían que mostrarle el colegio a un compañero nuevo.
-Bueno, nos presentamos. Yo soy Martín, ella es Melody- señaló a la chica que tenía ojos verdes agua, pestañas y ojos grandes, busto prominente y pelo corto marrón-, vive hablando en inglés y es fanática de lo rosado, la de pelo celeste es Natalie, o Nate, como le dice Melody. Como verás, es raro su color de pelo,  cambia todas las semanas el color. La semana pasada lo tenía azul como el tuyo.
-No hables por nosotras- dijo la chica de cabello celeste cielo, de pelo corto y lacio, con un pañuelo negro en la cabeza en forma de vincha. Era menudita pero también tenía busto prominente, pero al contrario de su compañera ella vestía de colores oscuros y remeras cerradas, y la otra colores claros y más expuestos-tenemos boca. Por si no te enteraste, no cambié el color, solo se decoloró.
-Amor y paz Nate, aunque a decir verdad, Gaél, no te hagas amigo de él, es molesto- dijo mientras se repasaba el labial rosado de los labios.
-Julia, estás haciendo la tarea? – preguntó Martín.
-No, solo dibujaba un poco- Julia se puso a dibujar un ojo llorando cuando Gaél se arrimó a ella para observar de cerca qué tan buena era. Cuando se acercó, su cabeza estaba muy pegada a la de ella, pero ninguno se dio cuenta. Cuando él se percató y se quiso correr por la vergüenza, rozó el brazo izquierdo apoyado en la hoja de Julia con su pelo largo. Esto activó los nervios de la chica que estaba dibujando, y la hizo reaccionar a la picazón repentina, y al ponerse nerviosa, levantó rápidamente el brazo afectado, golpeando así el rostro del chico. Este, del dolor se llevó las manos a la boca. Julia le había pegado fuerte y ahora se sentía muy culpable. Cuando horrorizada por su acto de violencia, lo fue a auxiliar, notó que se había cortado el labio inferior, y de él salía una gota de sangre. Esto bastó para que la chica se quedara inmóvil, mirando fijamente la cara del muchacho que se fijaba si tenía sangre con el dedo.
-Ja, disculpá, no sabía que te ibas a exaltar así, al verte delgada nunca imaginé que tu fuerza fuera tal- dijo Gaél observando que Julia no salía de su shock- Estas bien?
Al no conseguir respuesta alguna de parte de ella, la miró y confirmó que estaba pasándole algo raro. Volteó a mirar a alguien que los auxiliara, porque estaba preocupado.
-Disculpáme, Gabriél te llamas? Julia está…- dijo señalándola ya que no sabía describir su estado- qué le pasó?
-Eh?- la miró de cerca y analizó un poco la situación. Hasta que divisó la sangre en el labio del chico- Ah, está bien, seguro vió la sangre y se shockeó. La más minima gota que ella vea, la he quedar paralizada. Secate la sangre y retomá la conversación, si no…
-Dale un beso!- acotó Melody pellizcando a Martín que ya se había dado cuenta de su movida- si no reacciona, dale un beso en la mejilla, funciona.
-Qué?!- preguntó él un poco ruborizado.
-No le hagas caso, es mentira- le previno Martín, al cual le molestaba sobremanera que hicieran ilusionar injustamente a las personas- Si hicieras eso, es probable que ella no te vuelva a hablar y que Sophie te hierva en una sopa.
Gaél estaba un poco mareado, pero prefirió no hacerle caso a Melody.
-Martín! Ya estaba por acceder, lo arruinaste! I hate you- se quejó ella, y se fue a sentar muy ofendida.
Gaél miró a la inmóvil Julia, su estado no había cambiado un milésimo, hacía unos cuantos minutos que no reaccionaba. Él pasó una mano frente a sus ojos, para ver si sus ojos seguían el movimiento, pero no hubo caso.
La causa principal del shock o bloqueo que hacía Julia al ver sangre, era un trauma de la niñez. Cuando era chica, a los diez años, tuvo la mala suerte de ver un desagradable accidente en moto, donde la sangre desparramada fue el actor principal y ella era su espectadora. Su madre la tomaba de la mano para cruzar la avenida camino a casa y vieron pasar una moto a máxima velocidad. Un camión que venía del carril contrario se desvió y chocó con el motoquero que terminó lejos de su moto. El que conducía el vehículo pequeño sacó la peor parte, salió volando por los aires media cuadra, mientras que su cuerpo mutilado del motoquero rodaba por la calle y su cabeza caía a los pies de Julia, encastrando su cara y salpicando su ropa de gotas escarlatas. Su madre aunque también lo presenció, no pudo evitar que su hija viera toda la tragedia porque el accidente habría sido muy rápido y la reacción fue lenta. Aunque a Julia esto le llevó varios años de terapia, quedaron recuerdos en ella que la hacían reaccionar de esta forma, cada vez que veía sangre, se tildaba del pánico.
-Julia… Mmm… qué estas intentando dibujar? Vas a dibujo? –dijo él secando su sangre.
-Ah?- dijo Julia respondiendo a su compañero que estaba preocupado, pero al parecer esto la volvió efectivamente en sí.
-Si vas a dibujo, me gusta como va eso que dibujabas- dijo aliviado Gaél.
-Ah… Esto, no, no pude ir a dibujo por el momento. Algún día cuando termine el colegio… Igual tengo pensado seguir una carrera vinculada con el dibujo- dijo ella retomando su dibujo, como si nada hubiera pasado.
-No te acordas de… nada?
-De qué?- preguntó ella un poco asustada “me descubrió? Si me acuerdo de que me hizo enojar vestida de chico?”
-No, nada, dejá –“mejor dejar las cosas como están”.
Las siguientes horas de clase transcurrieron normalmente, Julia se llevaba un poco mejor con él. Sus sentimientos de desprecio no desaparecían, pero si él no sospechaba nada de ella quería decir que podría mantener las dos vidas normalmente, hasta conocerlo y hacerse amigos, total, él no parecía tan idiota como lo pensó ella en la mañana.
A la salida ella se fue con Sophie a su casa y se separaron al llegar a la casa de Sophie que estaba a cuatro cuadras de la casa de Julia.
Cuando llegó a su casa, descansó un poco y se dedicó a hacer las tareas para el próximo día, su trabajo la esperaba desde temprano, a las seis de la mañana, y ella no faltaba ni un solo día. Se durmió deseando que Gaél no apareciera al otro día en CuteCake.

Se levantó Julia temprano, alrededor de las seis de la madrugada, desayunó y se dirigió hasta su trabajo, donde se cambió como Julián y terminó de organizar todo para cuando Sophie llegara y ambas comenzaran su día de trabajo. Julia atendió todas las mesas con mayoría de mujeres y Sophie todas las que reinaban más los hombres. Sinceramente a las parejas que Julián atendía, el novio por lo general se enojaba con su novia por quedarse mirando obnubiladas al mesero, sin saber que se trataba de una simple chica. Cuando los hombres eran atendidos por Sophie, sus novias se ponían agresivas, pero en vez de agarrárselas con el novio perdido en la belleza de la pequeña muchacha, se la agarraban con Sophie, como si ella fuera la culpable. Ella terminaba discutiendo todas las mañanas.
-Ya me cansé!- exclamó ella enojada suspirando ante Julián- Viven discutiéndome a mí! Yo no tengo la culpa de provocar lo que provoco, si su novio es un baboso, a mi que no me culpen!
-Sophie, tranquila, están así porque te envidian un poco, pero evita pelearte con ellas, si no voy a terminar atendiendo a sus novios y vos vas a atender a las chicas solamente.
-Sería más cómodo, porque las odio.
-Odiar… No es mucho?
-No lo es- suspiró y volvió a su trabajo con el pedido en la bandeja que llevaba en la mano. Julia hizo lo mismo, quien estaba tensa porque Gaé no había pasado por Cute-Cake pero podía caer en cualquier momento. Estaba segura de que si la veía, iba a descubrir todo. Estaba feliz al ver que no llegaba. Cuando se hicieron las once, ellas se fueron a vestir para ir al colegio. Sophie iba a salir con Benjamín por eso se arregló más y se vistió más rápido. Como entraban a la una al colegio, iban a salir antes y de ahí al colegio. Cuando terminó de vestirse Julia todavía no había terminado de desvestirse. Ella quedó sola en el vestuario.
Pensaba que esa mañana había sido normal, que quizás era todo una pesadilla y Gaél no existía. Cuando todavía no se había sacado la faja, escuchó que alguien entraba al vestuario, un poco alterado. Se imaginó que era Sophie que había olvidado algo, y sin darse vuelta siguió ordenando su ropa recién cambiada. Seguía en ropa interior aunque tenía el peinado de Julián que siempre dejaba para lo último, entonces le expresó a Sophie su felicidad.
-Te olvidaste algo? eso es estar enamorada- se rió ella- viste? hoy no vino, pude hacer mi trabajo tranquila, si no hubiera descubierto todo. Voy a poder hacer mi vida, por suerte, espero que no vuelva por acá. Estas muy callada, que opi...-dijo ella dandose vuelta. Pero cuando lo hizo se dió cuenta de algo que casi le provoca un paro caríaco.
La persona que estaba ahí, que había entrado y ella lo había confundid con su mejor amiga, no era ni más ni menos que de la persona que estaba hablando: su compañero nuevo de clases, Gaél, que se había quedado helado mirandola fijo. El peinado de Julián no favorecía las cosas, su faja era lo único que cubría sus pechos y estaba en ropa interior. Su cuerpo semidesnudo estaba frente a su enemigo que la había enojado y al mismo tiempo tratado bien en el día. Su compañero de clases! Julia no sabía que decir ni hacer, él al parecer tampoco, los dos estaban congelados.
Si hacían un movimiento ambos podían dar un paso en falso. Se observaron un momento largo. Él parecía nervioso y sorprendido. Ella estaba shockeada, sudaba frío, se le había paralizado el corazón y la respiración.
Casi se le salían los ojos de las orbitas. Que vergüenza estaba pasando. Sentía que iba a morir en cualquier momento, sus dos vidas perfectas, su identidad falsa, se habían perdido en el momento que él vio todo. Por fin Gaél reaccionó razonablemente.
-Eh... perdón, me voy.
Dió media vuelta para irse muy avergonzado y un poco atontado.
-Ah, antes, tenemos que hablar.- aclaró él sin darse vuelta y continuó con su salida.
Julia quedó en el lugar, deprimida y compungida. Estaba avergonzada, y confundida. Quería retroceder el tiempo. Quería que todo fuera como antes. A los pocos minutos Sophie entró y la encontró petrificada mirando donde antes estaba Gaél, como si hubiera visto un fantasma.
-Disculpá, me tengo que ir antes... qué te pasó?- dijo Sophie yendo hacia ella.
-Lo... descubrió- dijo con un hilo de voz Julia. Miraba al vacío.
-De quién hablás? De qué? No entiendo, qué te está pasando?
-G-gaél... lo descubrió- dijo con lo último de su oxigeno guardado, como un suspiro. Se dejó caer ya que le temblaban las piernas. Comenzó a llorar sin expresión en la cara, como si no se diera cuenta que lloraba. Luego rompió en llanto en el hombro de su amiga, la cual se había agachado para consolarla. No solo un chico había visto su cuerpo semidesnudo, si no que su trabajo estaba en juego, su amado trabajo. Su "identidad" real, no debía saberse, él la había descubierto. ¿No podría trabajar más de Julián, con lo bien que a ella le hacía?

(...)Continuará (...)

By: Juliana Cecconi ~ (Yane!)


miércoles, 12 de junio de 2013

Primer Capitulo: Julián~Sophie~Julia.

Esta novela fue creada por mi, Juliana Cecconi, los personajes son míos y no copié a nadie.  Es Argentina, por lo que si ven expresiones desconocidas y exageradas... ya sabrán porqué xD

-¿Donde los pongo?- exhaló en un estado de cansancio doloroso a Sophie cuando el proveedor de harinas dejó el pedido en la puerta.
-Me parece que el lugar más indicado sería en la cocina donde está papá.- Respondió acomodando los bizcochos en las bolsas de un cuarto.
-Uf… bueno, ahora los llevo, pero voy a tener que hacer varios viajes.
-Ja, ja, no te quejes, ¡tenés que parecer un hombre con los pantalones bien puestos!- se burló Sophie haciendo gesticulaciones graciosas.
-Ja-ja, que graciosa- fingió una sonrisa media, pero la convirtió en una cara seria muy rápido.
La persona que hablaba si tenía apariencia de un muchacho joven de trabajo, que vestía un uniforme elegante y que hacía juego con su compañera de trabajo. Tanto los zapatos de vestir acordonados, como el pantalón negro de vestir y una camisa abotonada tanto en las mangas como en el cuello hasta arriba, con un moño ajustándolo. El chaleco resaltaba su esbelta y a la vez delgada figura. El pelo castaño oscuro lo tenía corto con flequillo hacia el costado derecho de su rostro, mientras el lado izquierdo, un mechón largo estaba aplastado detrás de la oreja con gel. Pero esta persona, con contextura y aspecto de un mayordomo de etiqueta, solo era una joven muchacha de dieciséis años de edad, que había conseguido un buen trabajo, con un buen sueldo y con un dueño y compañera de confianza. En la placa del nombre abrochado del lado izquierdo de su chaleco, se leía “Julián”, pero ese no es su nombre real, ese no es su aspecto cotidiano, solo es un “uniforme” de trabajo, como ella le aclaraba a su amiga todos los santos días desde que había conseguido el bendito puesto de cajera y mesera de la confitería “Cute-Cake”, de la Avenida Belgrano. 
-No me parece necesario que me cargues por mi uniforme de trabajo. Hay lugares donde las personas tienen que vestirse de empanada para promocionar, en mi caso no es algo muy diferente, las condiciones eran “un hombre”, entonces, uno se adecua a los requisitos que da el que te ofrece el trabajo, es fácil.- Comentó fastidiada Julia, que con su mejor amiga no tenía problema para contestar rápido y clarito. Agarró los dos paquetes de seis kilos de harina que pudo dominar su peso, y se dirigió a la despensa donde el padre de Sophie guardaba los ingredientes. 
-Uh, bueno, no te enojes por cualquier cosa, che, que sé perfectamente que te tomas muy a pecho todo lo que digo, si te lo vas a tomar así, no te hago más chistes, pero ni con eso, ni con nada.- se enojó, soltó las bolsas de los bizcochitos y fue a buscar el delantal blanco, que iba sobre su ropa de trabajo. Ésta consistía en unas sandalias negras ajustadas al tobillo, una pollera tubo negra y una camisa blanca manga corta, con el mismo chaleco que Julia pero más femenino, y con el cuello desabrochado en el primer botón. Su melena ondulada, pasaba un poco los hombros, pero ella siempre llevaba un peinado diferente porque su hermana mayor practicaba con ella para un curso de peluquería que había aprendido hace ya tres veranos atrás. El día de la fecha tenía solo una media colita y el flequillo al costado. Viéndolas de afuera, parecían una pareja de mozos, o mayordomo y sirvienta de una pastelería de disfraces, pero en eso consistía. 
El padre de Sophie, Alfredo, era un reconocido pastelero de Avellaneda, y en su juventud se había armado su clientela y sus vecinos del barrio le compraban con toda confianza en lo que en un comienzo fue una panadería simple que un día decidió vender uno de sus cup cakes tan elogiados por la familia, y al ver que esos productos tenían tanto éxito a la hora de ser demandados, decidió pasar de ser solo una panadería, a ser una pastelería pequeña de barrio. Pero a medida que pasó el tiempo, sus vecinos y gente del barrio, hasta gente de toda la ciudad, corrieron la bola de que eran tan deliciosos y originales, que se expandió fácilmente.
Así es como su esposa, y tres hijos comenzaron a ayudar en la pastelería, aunque Sophie no fuera de las mejores elaborando pasteles y creando recetas, su madre y su hermano sí, y acompañaban al padre en todo lo que podían, en cambio a ella le quedaba atender la caja registradora, con tal mala suerte que era fatal en matemática. Pero su hermano mayor decidió ayudarla y mientras él atendía la caja registradora, ella atendía a los clientes, sus padres cocinaban y su hermana mayor hacía las propagandas en su tiempo libre porque ella estudiaba en una universidad de estética. 

A medida que fue creciendo el negocio, y reconociéndose el nombre de la pastelería, decidieron, en base a muchas conversaciones y consejos que les dieron sus personas de confianza, que su pastelería se convirtiera en confitería, donde se atendiera a las personas con pedidos de comida dulce y salada, aunque la especialidad de Alfredo eran los pasteles dulces. El lugar era más céntrico, así la gente que venía de otros lugares no tenía que andar buscando el barrio especifico para probar mayormente su especialidad, las cosas dulces. Ése es el origen de la confitería de renombre de Belgrano, y donde trabaja Julia. 
-¡No te chivés!, igual, ugh- dijo Julia agarrando con todas sus fuerzas las otras tres bolsas de harina para volver a llevarlas- debo agradecer a tu hermano dejarme el puesto. ¿Está pasándola bien con la esposa? ¿Donde se habían ido a vivir?
-Ni me la nombres- volvió a empacarse- esa bruja maldita se lo llevó y ahora no va a volver hasta que termine de recorrer todo Sudamérica. Ni sabemos por donde anda ese andrajoso… 
Sophie era muy apegada a su hermano porque siempre la consintió mucho. Puso cara de compungida y Julia se sintió mal por haber sacado el tema. Termina de depositar la bolsa donde iba y se dirige a Sophie a abrazarla a modo de consuelo. 
-Perdón si saqué un mal tema, ya sabes que tengo menos tacto para sacar temas, pero estoy practicando eso de comunicar lo que realmente quiero decir. –Y al ver que hacía pucherito su amiga, la abrazó con una risa para que el habiente cambiara un poco. -Sos una bruta, te comportas más civilizada cuando sos nena. 
-¿De qué habla señorita?- preguntó haciéndose la extrañada con una voz masculina- Yo soy Julián, Julián Benderu, querida. No entiendo de qué me habla cuando dice que me veo mejor de nena, ya que de hombre, soy tan atractivo que hasta tengo más éxito que como mujer- se acomodó el moñito haciendo un gesto masculino. Habían pasado mínimo un año que ya trabajaba en esa pastelería, aprendió como ser masculina adiestrada por el mismo Tobías, hermano de Sophie, porque era la heredera para el puesto. 
-Hola, ¿interrumpo alguna situación romántica?- dijo una voz que era conocida para Julia.
-N-no, Hola señor Francisco, ¿que desea llevar hoy? –dijo ella con voz entrecortada.
-Quiero tres de esos muffings – dijo él señalando la bandeja de cup cakes que descansaban sobre el mostrador- y… una pasta frola de batata por favor. 
-Sí, son 20 pesos – dijo Julia haciendo la cuenta rápido mientras Sophie preparaba las cosas para dárselas. 
-Como anda Danilo? Hace mucho que no lo veo. –comentó Sophie cuando le entregó la bolsa con todo.
-Bien, bien, grande y como está con los amiguitos del edificio no me acompaña ya mucho a comprar. Pero bien, igual, como verás, sigue pidiendo los pastelitos estos que siempre fueron sus favoritos.
-Me alegro que le gusten tanto – dijo Julia haciendo la voz un poco más grave de lo normal para simular la voz de hombre. Es fácil para Julia ser “hombre” ya que tanto su alta y esbelta figura le dan el cuerpo para que represente a un hombre, sus rasgos faciales no eran muy delicados y su pelo era corto por decisión propia. Su voz también era grave, por eso no necesitaba forzarla del todo. Su único complejo era la faja que aplastaba sus pechos muy fuertemente y prácticamente no dejaban a una respirar mucho.
-Gracias chicos, nos vemos, seguro más tarde vienen a merendar mi mujer con nuestro hijo –Sonrió como usualmente lo hacía para despedirse de ellas y se retiró.
-Dale, ahora, respira hondo, inhala, exhala, uf- Sophie palmeó la espalda de Julia un tiempo mientras la aludida respiraba nuevamente con dificultad.
-E-es tan lindo y simpático, me pone muy nerviosa dijo toda colorada como si hubiera subido mágicamente la temperatura de golpe.
-Sí, entiendo, pero si un chico se le declara a un hombre… que está casado y con un hijo, estaríamos en un problema.
-Si, pero yo soy…- cayó en la cuenta de que su uniforme de trabajo estaba con ella- es verdad, para él soy un chico. Pero… por ahí es homosexual.
-Eso se te volvería una desventaja, porque tu realidad es que sos una chica. Lo lamento mucho por vos, pero es tu amor platónico y nada más.
-Pero soñar no cuesta nada, ¿no?- se preguntó en voz baja Julia mientras se aproximaba a guardar el resto de los productos que el proveedor le había dejado en la puerta.
Julia no estaba trabajando solo por estar con su amiga, y no estaba tampoco porque le gustara trabajar de cajero, si, cajero porque es un hombre supuestamente, si no que trabajaba por ser independiente, y al mismo tiempo quería demostrarle a su madre que ella podía vencer su debilidad: hablar directamente con las personas. Al contrario de Sophie, Julia no era una persona muy frontal. No se quejaba de lo que hicieran con ella sus compañeros, no armaba disturbios, era simpática con los profesores, se llevaba bien con sus compañeros de clase, a pasar de que ellos utilizaran a su favor la dedicación y esfuerzo que le ponía al estudio y aprendizaje. Siendo siempre una chica común y un poco despistada a veces, no le parecía gracioso que se abusaran de su compañerismo o de su esfuerzo. En sus más remotas imaginaciones, ella soñaba con un día gritarles en la cara a todos lo que sentía, lo que realmente le parecía su abuso. Pero eso no podía pasar fácilmente porque ella tenía miedo, miedo de ser abandonada, o maltratada, o de caerle mal a alguien. Además, la soledad no era lo suyo. Prefería estar acompañada, no le importaba estar con gente que ni ganas tenía de estar con ella, ponía su mejor sonrisa y seguía.
El día que conoció a Sophie, no se agradaron. Ella fue lo más simpática que pudo, pero su actual mejor amiga la ignoró completamente. Pasó de ella porque no llamaba la atención, y seguramente, como piensa Julia, vio a través de sus ojos que era una persona poco frontal y poco sincera con sus sentimientos. Pero Julia siguió adelante sin importarle mucho lo que opinara ni Sophie de ella, ni el mundo de ella, porque tenía sus razones personales para no decir las cosas en la cara. Aunque se arrepintió tantas veces de no haber dicho la verdad en el momento, que cuando se acordaba, se enojaba y hablaba sola, gesticulaba raro. Las personas de vez en cuando le preguntaban “¿Estás bien?” y ella volvía en sí, sonreía falsamente de nuevo, y respondía “No, es que me acordé de que olvidé algo en la mesa de luz”.
Para ser sincera consigo misma, ella daba su caso por algo terminado, algo sin solución ni cura. Pero el día que se hizo amiga de Sophie cambió de opinión.
Era un día soleado al principio, pero decidió por nublarse de golpe y porrazo para el desagrado de los alumnos que asistían a la escuela cuatro años atrás. Ellas ya habían tenido peleas, porque Sophie era muy frontal y Julia recibía sin cesar sus indirectas muy directas. Pero con el pasar del tiempo Julia había comenzado a contestarle cuando discutían, había notado que ella era fuerte como para poder responder y decir que se detuviera.
Ese día mencionado Julia olvidó el paraguas como tantos otros a los que les agarró de improvisto el aluvión. Las amigas de Sophie habían faltado porque sí habían visto el noticiero de la madrugada donde anunciaban el clima. Cuando terminó el horario escolar, Julia se dirigió hacia la salida, pero antes fue al baño de chicas para guardar el guardapolvo que se le podía mojar, y no pensaba lavarlo por décima vez en la semana.
Desde el cubículo del baño, escuchó a Sophie hablar por celular a alguien, y ella no le prestó mucha atención.
-Si, si, ¿pero porqué no me avisaron? ¿Qué? ¿No soy su amiga?- silencio. Julia no pudo resistir agudizar el oído- No, me podrían haber avisado que iban a la casa de Susana porque se iba a largar a llover. Sí, yo lo haría, yo haría una cadena. No. Tendrías que haberme avisado que iban a faltar. No pude llamar porque llegaba tarde al colegio- se le quebró la voz- pero tenía que ayudar a mi papá, sabes que yo trabajo con mi papá. Bueno, ahora se pueden ir todas ustedes a la casa de Susana, de Mengana, de Florinda y de la que sea, a mi no me importa, son unas basuras- se puso a llorar. Julia se sintió un poco mal por escuchar tremenda disputa… bue, qué más da, si ellas no son nada.- Yo nunca las abandonaría como ustedes, no te rías, sos una idiota, ¡no te soporto más!- Julia escuchó el “clap” de una cerrada rápida de el celular con tapa de Sophie. Julia escuchó un sollozo y no pudo evitar salir para intentar consolarla. Lamentablemente era un poco sensible a las lágrimas porque no le gustaba ser testigo de tremenda discusión.
-¿Estás bien? ¿Necesitás pañuelito? – dijo lo más amistosa que se le ocurrió a Julia.
Se quedó en silencio observándola, desde el suelo del baño, ya que estaba sentada, la miraba con ojos rojos, llenos de lágrimas, pero con cara de enojo.
-No me molestes.
-Mi intención no es molestarte, solo te estoy ofreciendo un pañuelo para secarte los mocos mientras llorás en el suelo de un baño de chicas.
-No te metas, falsa, ¿desde cuándo te interesa?
-No me meto, solo que entraste a un lugar donde había gente que te conoce y empezaste a llorar y no podía pasar por alto que una de mis compañeras llorase de esa forma. Ya que soy testigo no me puedo hacer la desentendida. Estoy casi segura de que si los roles fueran inversos, harías lo mismo.
Un silencio le dio la razón a Julia. Sin pensarlo más, se sentó al lado de ella, haciéndole compañía.
-¿Ahora qué pasa?- dijo Sophie, mostrándose disgustada por la insistencia de su compañera.
-Te hago compañía, ese es mi pañuelo después de todo, si necesitas algo más, me decís así no te retan los profesores por estar así en horas de clase, cualquier cosa decimos que te sentías mal y listo.

-No te pedí ayuda.
-Yo no necesito que me pidas ayuda, si no me cayeras bien, no te ayudo por arrogante y orgullosa, lo que no quita que yo no lo sea.
Sophie se dio cuenta que por lo menos alguien se iba a quedar a acompañarla y eso la dejó más tranquila que antes. Estar sola le gustaba muy poco, no estaba acostumbrada. En el caso de Julia no era muy diferente, ella había estado en el mismo grupo que Sophie, pero había descubierto un tiempo antes la clase de personas con la que se enfrentaba. Julia tenía solo dos dones, dibujar, y abrirse de las personas que realmente no consideraba buenas “juntas” como dirían las viejas. Es una realidad que al principio le costaba, pero tarde o temprano se las arreglaba para que, sin conflictos, las personas se alejaran o ella se alejara de a poco de las personas. En cambio Sophie confiaba ciegamente en ellas, porque asumía que ellas no harían lo que no les gustara que les hiciesen. Pero al parecer esto no aplicaba a ellas.
-Discúlpame- dijo Sophie después de un rato donde tres chicas ya habían pasado al baño, hacho sus necesidades y vuelto con sus respectivas compañeras murmurando porqué Sophie lloraba.
- Eh?
-Que me disculpes, no te traté nunca bien porque siempre pensé que eras falsa. Te juzgué mal.
-Es que no dejé de ser falsa. Sigo siéndolo, pero soy falsa sin malas intenciones. Vos lo llamaste “falsedad” despectivamente, pero yo no considero la falsedad como un insulto. Yo creo que es un arma, o un escudo mejor dicho. Yo uso la falsedad para protegerme justamente de lo que te pasó hoy a vos. Es como un escudo para que la gente no me afecte. Pero no es un escudo que repele a las personas, es uno que las deja entrar pero desvía a las personas, porque bajo ese escudo que los deja pasar, está el verdadero escudo que no permite que nadie entre ni salga de mí. Qué se yo, es mi punto de vista.
-Yo considero que lo que dijiste es solo una excusa. No necesitas hacer escudos, solo tenés que enfrentar la situación, si no es una actitud cobarde.
-Yo dije que era falsa, no valiente. Admiro la valentía de algunos, pero yo carezco de ella, me falta la soltura que vos tenés al decir las cosas en la cara. Pero tampoco ando divulgando información que otros me confíen, o ando hablando mal de ellos a sus espaldas, eso es la falsedad para mí. Sinceramente, la vida de los otros no me interesa, si me cuentan algo, ni pienso en modificarlo y contárselo a otro, porque tampoco me parece lo correcto. Tampoco es que me confíen muchas cosas. Mi falsedad solo aplica en el momento de no decir lo que yo opino realmente de las personas, pero no lo digo ni en su cara, ni a otros. Directamente ni lo digo, es más como una represión propia.
-Entonces, lo que querés decir es que yo tengo una interpretación errónea de lo que es la falsedad.
-No, la falsedad aplica en muchas cosas, eso es lo que realmente quiero decir. Yo sería una chica “falsa” pero no “falsa” con malas intenciones, si no una con buenas intenciones… o con intenciones personales. Esas que no afectan a otros. Si me caes mal, no te lo voy a decir, no necesito demostrártelo, pero si ese es el caso, tampoco necesito decírselo a otros, simplemente, continúo como si me cayeras… relativamente bien. Ni mal ni bien, es un punto medio. Eso es lo que opino de lo que vos planteas como “falsedad”, es errónea la generalización. Es más, si alguien me viene a preguntar, lejos de vos, qué te pasó, para sonsacarme información, no voy a hacer más que decir “preguntále a ella”, o “no es de mi incumbencia”, no se lo contaría, ni le diría “¿qué te metes? Si te importa mucho podrías haber hablado con ella o saltado en su momento para preocuparte”.
-Creo que te entiendo… pero no me sirve. ¿Dejarías de hablar de vos para escucharme?- dijo un poco más suelta Sophie, que hizo sentir mal a Julia, que es un poco susceptible, pero eso les pasaba por una ser muy directa y la otra ser muy indirecta.
-S-si, disculpá, solo quería aclarártelo. Continua.
-Bueno, la verdad es que realmente no confío en vos, pero como hablaste mucho hasta recién, y me distrajiste bastante de mi anterior situación, me parece que lo indicado, ya que te escuché, es que vos escuches mi situación. En sí, me peleé con ellas, mis amigas, o mis compañeras, no sé que son ahora, porque estuve notando este último tiempo, que me hacían el vacío en algunas situaciones, que hablaban de temas que yo no conocía, ni estaba enterada, y cuando preguntaba, no me contestaban de forma directa o mismo no me contestaban. ¿Alguna vez te sentiste excluida de una situación?
-Sí.- la miró fijo- Seguí.
-Bueno, la cuestión es que ayer todas se reunieron una hora antes del colegio y yo no me había enterado, entonces ellas ya estaban acá cuando yo llegué, y las estuve llamando toda la mañana para que hacer el trabajo de Lengua. ¿Vos lo hiciste?
-Sí.
-¿Cuál es tu grupo?
-Eh… hice el trabajo solo con Gabriel.
-Ah… pero es de cinco el trabajo.
-Pero no somos amigos de nadie, y nadie hizo grupo con nosotros.
-Ah, pero que lástima, al parecer tienen buenas notas.
-Pero no somos los mejores haciendo amistades. Seguí.
-Bueno, el caso es que nadie me contestó, ayer viste el papelón que hicimos en la lección de lengua, fui la única que estudió, y el resto leyó todo. Me indigné al punto de las lágrimas, nadie saltó a ayudarme. Y hoy, no vinieron, ninguna, me dejaron de poste acá esperándolas, y resulta que llamo, y están en la casa de Susana, porque anunciaron que iba a llover, y arreglaron para no ir al colegio y quedarse en la casa de ella. Y a mí nadie me avisó. Dicen que es porque sabían que yo no iba a faltar. Pero nadie me preguntó. Y después se hacen llamar mis amigas. ¿Entendés? No por ahí no lo entendés porque no tenés amigas como ellas.
-Si las tuve, y si entiendo, porque me viven haciendo el vacío, pero yo sigo mi rumbo, nadie va a venir a salvarte lamentablemente, y llorar no es la solución, yo soluciono las cosas ignorando la situación, juntándome con Gabriel que es el único que tampoco tiene grupo. Si quieren algo de mi me lo piden, sino quieren nada, bue, mejor para mí.
-Ves, eso me molesta un poco. Si te molesta lo que te hacen, decíles!- dijo indignada Sophie.
-Pero no puedo, no me sale.
-Pero así te toman de punto.
-Pero no me gustaría que me hicieran eso, así que no lo haría.
-¿Y las personas piensan qué no les gustaría que les hicieras? ¿O piensan en cómo te sentís cuando te dicen las verdades en la cara? ¡No! No lo hacen, vos sola te pones a pensar lo que los otros van a sentir si les contestás. Así no son las cosas.
-Para vos, para mí son menos hirientes.
Se quedaron calladas por un segundo mientras Sophie calculaba sus palabras.
-¿Soy hiriente?
-Mmm… yo no diría hiriente… más bien, “excesivamente directa”, a las personas les molesta que les digas todas las verdades en la cara.
-Ves, volvés a no decirme lo que opinas de mí en la cara, decílo, pensás que soy hiriente.
-Pero no quiero decirte “hiriente”, si lo digo me siento mal. No es lindo que te digan “sos hiriente”.
-Bueno, el punto no era éste, nos desviamos. Yo me indigné con mis amigas porque son unas egoístas que me dejaron sola, y eso se los planteé, porque ya me tenían podrida. ¿Cómo pueden aislar a alguien así como así?
-Lo hacen porque les gusta herir a las personas. Sus indirectas, más bien directas, te chocaron y te hirieron, por eso te sentiste tan mal. Pero eso es porque te encontraste con gente que es directa pero a la vez intenta disimularlo para no quedar mal. Siguen siendo personas indirectas pero más hirientes, porque terminan jugando con los sentimientos de otros- A Sophie le sorprendía mucho escuchar hablar de esa forma a Julia, porque aunque ni hubieran tenido tantas conversaciones, es decir, no haber tenido nunca este tipo de conversaciones, podía notar que había una confianza anómala en la forma de hablar de Julia. Sentía como si fueran amigas de hace mucho tiempo, solo por cruzar dos o tres palabras juntas. También notó, que en la expresión de Julia había cierta nostalgia, como miraba al vacío mientras hablaba, pensó que recordaba situaciones que ya había vivido, y que la conversación le activaba los recuerdos, pero no parecían recuerdos buenos, positivos, sino más bien penosos.
-Puede que tengas razón en ese punto, no parece como si realmente me apreciaran, yo me encariño demasiado con las personas, más que encariñarme, me aferro. ¿Las personas no suelen aferrarse a las cosas, no?
-Yo si me aferro a las cosas, creo que hasta exagero, pero cuando me lastiman, siento que me traicionan, y las abandono. Pero solo si me lastiman y traicionan, pero igual en mi corazón las sigo queriendo como antes. Será que al final termina todo como en el inicio pero demuestro otra cosa. Yo ni se a veces porqué pienso tanto en las personas que me hirieron.
-Eso es porque querés de enserio a esas personas. Me pasa lo mismo. Ahora no se qué hacer con ellas, si hablarles, mandarlas al carajo, o quedarme sola. Pero la soledad es muy fea.
-No necesariamente te tenés que quedar sola. Hay muchos compañeros en un curso, tus amigas no son ni las únicas ni el fin del mundo, y si no, los renegados, Gabriel y yo tenemos las puertas abiertas al que le parezcamos gente normal. Bueno, ahora que te tranquilizaste volvamos al grado, o por lo menos yo ya quiero volver.
Sophie dudó si quedarse o irse, pero como vio que Julia se levantaba del piso, se levantó rápido. En ese entonces Julia tenía el pelo largo por la cintura, castaño muy oscuro tirando a negro, y lacio.
-Esperá!
-¿Si?
-Gracias, por escucharme, tuviste que aguantarme aunque ni amigas somos, es más, hasta recién estuve diciéndote falsa y cosas hirientes. Disculpáme. No digo que haya cambiado de opinión, pero si con el tiempo cambio de opinión, por ahí somos amigas.
-Por ahí. Siempre admiré eso de vos, sos directa y no tenés miedo de decir las cosas, es más, parece que no pensás antes de hablar. Yo pienso demasiado y me perjudico.
-Eso no fue halagador, es más, me dijiste que no pienso.
-Pero es bueno no analizar cada palabra que vas a decir. Yo cuando terminé de pensar, se fueron todos y me dejaron hablando sola.
-Que desmotivador lo tuyo. No te deprimas, algún día a aprenderás y no vas a dejar que te dejen sola mientras hablás. Pero la verdad hablás mucho.
Ellas se rieron.
-Es que tenía que soltarle a alguien todo lo que pensaba.
-Lo noté, viniste a mí a escuchar mi historia y terminaste hablando más de vos que de mí.
-Disculpáme, igual vos también hablás mucho, pero me di cuenta que sos buena escuchando.
-Si no fuera buena escuchando, no seguiría la carrera que quiero seguir.
-¿Cuál carrera querés seguir?
-Psicología, obvio, no quiero ser justamente operadora de un Colcenter.
-Interesante, cuando te recibas te voy a pedir que me analices. 
-Sos un casos difícil… creo que me va a costar. ¿Vos qué carrera querés seguir?
-Me gusta el arte. Quiero ser licenciada en artes audiovisuales o creadora de historietas. 
-Mirá vos, ni te imaginaba dibujando. Bueno, ahora hay que ir al aula. 
Cuando ambas salieron del baño se dirigieron al salón donde continuaron su conversación, como había llovido, había pocos alumnos y los profesores, por consecuencia, no daban clases. Ese fue el comienzo de su amistad. Pero Julia no comenzó a trabajar inmediatamente, si no que pasaron cuatro años hasta que el hermano de Sophie se casara y se fuera con su mujer a otra parte del país. Pero en esos tres años de amistad con Sophie, Julia iba muy a menudo a la casa de ella, por lo que la familia de Sophie la recibía con los brazos abiertos, como si fuera parte de ella. Julia en esos años sintió que estaba un poco enamorada del hermano de su amiga, porque era simpático y se llevaba bien con ella, pero su desilusión se enmarcó demasiado justo cuando el día en que le iba a confesar su amor, anunció felizmente ante todos que se comprometía con su actual esposa. 
Lo que más la indignó a la descorazonada fue el hecho de que su rival fuera perfecta, sin un solo error, buena, graciosa, habilidosa y linda, tanto que ella no tenía oportunidad de odiarla. Desde aquel día ella decidió no enamorarse más de nadie. 
Cuando conoció a Francisco decidió dejar de lado esa decisión, y considerar que su juventud la habilitaba para sentir amor nuevamente. Él era bueno y sonriente, era dulce al hablarle aunque fuera un hombre, delicado al pronunciar las palabras e inteligente. Esa fue la combinación perfecta para hacer que a Julia le latiera el corazón nuevamente, y la hiciera soñar, planificar y adorar a ese ser que necesitaba para distraerse. Otra vez se le pincha el sueño, cuando se entera que es casado. Casado y con un hijo, un niño precioso, chiquito y educado, bien vestido, al parecer a la madre le gustaba vestirlo a la antigua porque era modista, y parecía un niño de la Inglaterra antigua, pantalones cortos, camisas blancas, pelito corto y marrón tan lacio y suave como la seda, tirantes, zapatos, y siempre llevaba con él un conejo pequeño color café de felpa. 
Como Julia sabía que él, Francisco, era un buen hombre, ya no se imaginaba o pensaba en envejecer y vivir la vida junto a él. Pero todavía no dominaba el hecho de que él no sabía que ella era mujer.
La opinión de su amiga, la más sincera, fue que si él arruinaba su familia, dejando a su esposa con su hijo y yéndose con Julia, que era una chica de secundaria, no solo era un imbécil si no que era un mal hombre, un malnacido que no la iba a valorar nunca lo suficiente. También le recordó si a ella le gustaría que le hicieran lo mismo, que si se lo hace a la mujer actual es propenso a repetirlo con ella, y le explicó que le quedaría un cargo de conciencia tan grande por haber destruido una familia ya constituida que no podría dormir a su lado ni besarlo pensando que él la podría engañar y que su hijo podría odiar a su padre en un futuro. 
Eso la convenció de que dejara de enamorarse tanto de él, solo por no herir a su hijo. También se encargó de no dejar que se descubriera la real identidad de ella. Seguía siendo Julián por el momento y eso no podía cambiar.Otro factor para que ella no se ilusionase más era que se había enterado de una fuente muy confiable, su amiga, que la esposa de Francisco era una mujer tan bonita como una sirena, con un cabello largo hasta la cintura, lacio natural, colorado como el fuego, con unos ojos verde agua y rasgos faciales tan femeninos que parecía de un cuento. Julia no dudó un segundo en entender que era lógico que se enamorara de una chica perfecta, porque él era un hombre tan lindo y sonriente que podría conquistar hasta a la mujer más bella y deseada del planeta tierra, lo que a Sophie le parecía totalmente absurdo y descabellado. 
El hijo de ambos, Tobías, era el calco de su padre, excepto los ojos, tan verdes como había descrito Sophie que eran los de la madre, otra señal de que la describía tal cual. 
Esto hacía que la enamorada cayera totalmente afuera del tablero y el contrincante ganara inmediatamente la partida, lo que concluyó en resignarse a la relación eterna de empleada/o-cliente. 
-Sophie- Julia llamó a su compañera simulando la voz ronca de un hombre- ¿Podrías ir a atender las mesas del lado de la ventana? es que necesito un poco de ayuda, no doy a abasto. 
-¿Cómo no, Julián? – le guiñó un ojo, y continuó con el pedido de su amiga. A Julia no pudo más que zafársele una risita por lo bajo, cómo Francisco no iba a creer que Sophie era pareja de Julián, si ella hacía gestos que la dejaban como si coqueteara. Su amiga estaba tan acostumbrada a hacer bromas con respecto a su relación cuando era Julián, que disfrutaba y se divertía mucho al ver las expresiones y comentarios de las personas, más de las que asumían cosas precipitadas para hacer comentarios que los hiciesen quedar bien. El pensamiento que más le gustaba repetirle a Julia era “la gente solo se guía por las apariencias, lo que me resulta tan absurdo que sería lindo desvestirte frente a todos y gritarles que sos mujer, jah, crédulos”, lo cual hacía que se encogiese de terror del solo hecho de que su amiga se atreviese a hacer tal barbaridad… porque sabía que era capaz. 
La peli larga se dirigió a la mesa más cercana a la puerta, que estaba pegada a la ventana donde un joven de peinado extravagante esperaba un poco escandalizado que lo atendieran. Julián, mientras tanto, fue hacia el sector fumadores, que se encontraba apartado de la mayoría de las personas, divididos por tres grandes paneles de cristal. Cuando comenzó a tomar el pedido a una parejita, Julia escuchó un disturbio proveniente de la mesa que Sophie estaba atendiendo, su amiga estaba alterada, pero el comensal no se quedaba atrás. Como este acto era bastante usual para ella, dejó que pasara lo que tuviera que pasar, y continuó tomado la orden de la pareja.
-¿Qué desean ordenar? – preguntó Julián, con su voz masculina y fingida, aferrando una libreta y una birome, listo para tomar la orden.
-Un chesse cake Cute, y un café con crema para mí- dijo el hombre, no muy caballeroso según el ojo de Julia, que lo miró extrañada por su descortés pedido, sin tomar en cuenta a su pareja, luego anotó lo que dijo y miró a la señorita a los ojos. 
-¿Y la señorita? – le preguntó a la blonda enrulada que miraba con sus ojos abiertos las facciones sonrientes de Julián, que al parecer le atraían más que las del acompañante, y su cortesía mezclada de dulzura le asombró, ruborizándola. Otro de los factores era la voz masculina, que ya por la práctica le salía tan autentica que hacía creer a cualquiera que era un hombre.
-Un brownie de chocolate blanco y un té verde con miel, por favor- dijo ella que reflejaba en sus ojos color ámbar su imaginación: una torre de un castillo, ella encerrada mirando desde el balcón a su príncipe, Julián, que venía a recatarla del dragón, su novio. Ella se tiraba de la torre y el esbelto príncipe la atajaba de la caída en brazos como si ella fuera una princesa y se escapan en corcel. 
-En breve se los traigo- dijo terminando de anotar el pedido y inclinándose un poco, para seguir con sus pedidos. 
La reacción de la muchacha la llenó de satisfacción, su papel llegado a ser tan perfecto que ella misma se asombraba de sus logros, era totalmente diferente siendo Julián, y lo disfrutaba completamente. Era como si hubiera nacido para ser un hombre, uno seguro, y no una indefensa y perdedora mujer. En medio de la distención de músculos de la gran actriz Julia, presta atención al disturbio que su compañera de trabajo estaba generando en la confitería con un cliente, que ya la estaba cansando, pero intentó seguir con su trabajo. 
-¿Pero quién te creés que sos? Si no te gusta el lugar, ahí tenés la puerta, andáte- rugió Sophie, que estaba hecha una fiera.
-Si sos una inútil, ¡la confitería no tiene la culpa!- exclamó el comensal. Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Julia dejó la libreta en la mesa que estaba por tomar la orden y se dirigió furiosa al lugar donde le gritaban a su amiga.
-Te acabo de pedir perdón, ¿qué querés que haga? No voy a arrodillarme a pedirte perdón, ya te traje algo para que te seques –dijo un poco angustiada en la voz Sophie. 
-¿Qué pasó? –preguntó Julián mirando a ambos con el entrecejo fruncido. 
(...)



Espero que les guste mucho y hagan las criticas costructivas que gusten :B les agradezco que lo hayan leído, espero volver a publicar mi novela :B


Yane!! n.n