Holaa, dije cada miercoles, y me pasé una semana, sorry u.u Espero que les guste este capitulo, y continuo el capitulo anterior. Es obra mía totalmente y espero no haber copiado nada, es mí obra :B Le pongo todo mi amor a esta novela, y voy a seguir haciéndolo. Me gustaría transmitir algo con esta novela... sé que no la lee nadie, pero tengo esperanza en que el contador de visitas aumente de un día para otro. Les agradezco que lo lean, si pueden comenten, voten, etc, y no se olviden de recomendarlo :3 Por otro lado, voy a añadir a la página una descripción de la novela, como prólogo. Los capitulos se ven página a página, osea, si quieren ir al otro cap, abajo dice sobre ver las entradas antiguas :3 Byee!
(...)
-Sucede
que sin querer, se corrió y le tiré el té encima, hirviendo, y lo bañé en té.
Pero no lo hice a propósito, se me cayó.
-Encima
de que me bañás en té hirviendo, sos una soberbia, me gritás, y ¿me preguntas
quién me creo? ¿No es que el cliente siempre tiene la razón?
-Sos
vos el primero en insultarme, gritarme y patalear por cualquier cosa, pedí
disculpas, te traje algo para secarte, y solo me estoy defendiendo de tu
agresión. El cliente tiene la razón, pero no el derecho a agredir al empleado.
-Entonces,
¿me hacés el favor de ir a buscar a tu jefe? Necesito hablar con él del
incidente.
-¿Qué?!
¿Por qué tanta exageración?
-Si
no traes ya mismo a tu jefe, voy a tener que llamar a mi papá. Él se va a
encargar de todo, total está habilitado para clausurar este lugar en un abrir y
cerrar de ojos. Es muy sencillo, y al final todo esto lo lograste vos con tu
prepotencia y tu orgullo.- dijo el comensal disgustado abriendo la tapa de su celular,
con claras intenciones de llamar a su poderoso padre.
A Julia le nació un inmenso odio, por no decir
exagerado, ya que ver a un chico reaccionar de tal modo, arrogante y
superficial, le provocaba nauseas. El odio le nacía desde el centro del estomago
hasta la cabeza, quemándole la garganta, diciéndole que gritara, que le gritara
a él todos sus pensamientos de desprecio. Estas cosas eran nuevas para Julia,
nunca pensó que esa era la forma de reaccionar ante el enojo real.
Ella nunca se enojaba, si lo hacía, respiraba
hondo y seguía sonriendo, pero por alguna razón esa fue la gota que rebalsó el
vaso.
-Van
a tener que hacer malabares para que este lugar permanezca abierto.
Julia no pudo contenerse más, y por primera
vez dijo lo que realmente pensaba de una persona en su propia cara. Esto podía
suceder solo porque ella no era ella misma, si no que era un chico, uno fuerte
al que todos en ese lugar apreciaban. En ese momento aprendió que jugar de
local era algo muy favorecedor. Sacó su lado más masculino, y lo agarró del
cuello de la remera con todas sus fuerzas. El muchacho, que tendría la misma
edad que ella, era tan delgado, pero aunque tuviera ojeras y fuera muy pálido,
en un punto era atractivo, aunque Julia ni se fijó en ese detalle ya que estaba
tan enojada que sus ojos ni lo miraban detenidamente, solo quería hervirlo en
agua para fideos, nunca se detuvo a mirarlo correctamente. Todo lo que en
realidad le hubiera pasado por la cabeza si fuera Julia en ese momento, sería
totalmente diferente de cómo lo veía en la actualidad, con los ojos de Julián,
que la poseía en ese momento.
En el momento que pudo observarlo
detenidamente, notó que su pelo era extravagante, la mitad derecha de su pelo
era larga, cubriendo parte de su cuello sin llegar a tocar su hombro, y el lado
izquierdo era corto, desde la vez que había rapado ese costado ya le estaba
creciendo el pelo nuevamente. Su flequillo casi cubría su ojo derecho ya que lo
tenía para el costado, y su tono era negro azulado. Tanto le desagradaba a Julia
que provocó que su lado escondido revolucionara y floreciera su carácter. En
ese momento no era la tímida y reservada, que temía herir sentimientos ajenos,
si no que era él, Julián, el chico valiente, directo y protector de los que
eran heridos por los incompetentes como ese bocón que tenía en frente.
-Soltáme,
¿qué te pasa?
-¡¿Qué
te pasa a vos?! ¿No te das cuenta que estas hablándole a una empleada? Tenés
que tener respeto, este es su trabajo y ella lo protege lo mejor posible. Además
si tenés problemas con una mujer, no te pongas detrás de tus papás para que te
defiendan, si no te atreves a enfrentarte a una mujer, ¿qué tal con un hombre? ¿O
qué? ¿Sos un cobarde? –Tomó aire - ella te pidió disculpas, ¿no te bastan? Si
las pidió de mala manera, debe ser porque le contestaste muy mal antes de que
ella se disculpe, no tiene que arrodillarse a pedirte disculpas. Si ella
reacciona mal, el jefe o yo la reprenderemos y tendrá sus consecuencias- Julia
ya no respiraba, solo tenía aire para seguir hablándole de forma inconsciente a
ese maleducado- ¿Te llevaste la materia “educación” a marzo?- todos estaban
boquiabiertos, y ella no había dicho nada genial, solo lo que se le cruzó al
verlo. La mitad de las cosas que había dicho eran una cruel mentira, pero si se
metían con su amiga, debían pagar. Más si era un inmaduro que no conocía la
palabra trabajo.
En
su trabajo era querida y respetada, se sentía cómoda con él, por eso no iba a
dejar que ningún intruso atentara contra él, ni que perjudicara a la familia de
su amiga, quienes habían sido tan buenos y correctos con ella. Ese era su
trabajo y sentía el deber de defenderlo con uñas y dientes.
-Julia…án,
tranquilo, dejálo ir, puede crearnos
problemas reales, vamos, calmáte- dijo Sophie agarrando gentilmente su hombro,
en señal de que lo soltara, tan sorprendida como el resto de las personas.
Lo
suelta a regañadientes. Cuando voltea su mirada, todos la observaban y no sabía
de dónde había sacado el valor para hacer lo que acababa de hacer.
-Si
no te gustan nuestros servicios, podes retirarte- le dijo por último Julián.
El
intruso se sintió tan humillado que se fue lo más rápido posible, refunfuñando
y maldiciendo por lo bajo, la situación había estado en su contra y encima, con
un público más que multitudinario.
Julián
volvió a la mesa que había dejado de atender abruptamente y se dispuso a volver
a su amado trabajo en paz.
-Disculpen
las molestias, ya mismo traigo su pedido- Julia notó que la clienta la
observaba anonadada, con los ojos celestes tan brillantes que la
inquietaban, y con las mejillas tan
sonrojadas que dejaban a las claras sus pensamientos, lo que enojaba a su
acompañante. Julia temía que a los clientes les pareciera mal su reacción y el
conflicto les ocasionara dificultades a los padres de Sophie, pero fue todo lo
contrario, los clientes le daban la razón, y como nunca se alteraba la paz de
esa confitería, ningún mequetrefe iba a arrebatar el buen ambiente del lugar.
Cuando
se acercaba a tomar las ordenes, los comensales lo felicitaban por defender tan
bien su trabajo, lo saludaban, y le recordaban que era bueno que se defienda a
los compañeros de trabajo, aunque muchos pensaban que la había a Sophie
defendido porque era su novia, pero se equivocaban. También dejaban una gran
propina, lo cual la sorprendía mucho más.
Ella
no caía en lo que había hecho todavía, no sabía de dónde había sacado esa idea
loca de agarrar a alguien del cuello de la remera y contestarle como lo había
hecho. Era la primera vez que soltaba todos sus pensamientos y su carácter defensor,
decir todo sin titubear. Su único dilema radicaba en sus sentimientos actuales:
sentirse bien por haber dicho todo lo que pensaba por impulso y sin dudas o
sentirse mal por haber dejado en ridículo al chico. Estas incertidumbres no
dejaron de rondar su cabeza hasta que llegaron con Sophie al colegio.
Aunque ya hacía varios años que ellas dos eran
amigas, con el resto de sus compañeras no lo eran mucho. Sophie le recordaba a
Julia que entre ellas ya eran amigas, y que al encariñarse con alguna nueva
amiga, eran más propensas a pelearse. Su lema era “mejor tener una única amiga
inseparable y leal, que nuevas amigas que nos dividan”, con lo que Julia estaba
cien por ciento desacuerdo, pero seguía siendo amigable con todos por si algún
día ellas se peleaban, no quedarse sola. A Julia le constaba que si su mejor
amiga se peleaba con ella, iba a quedarse sola,
y esa idea la abrumaba.
Vivían discutiendo, lo que era normal porque
sus personalidades eran muy diferentes, pero cada discusión fortalecía más su
amistad. Sophie era charlatana, extrovertida, graciosa, pero con los pies en la
tierra, atenta, segura según lo demostraba, frontal, positiva, y no le
preocupaba el qué dirán por lo que hacía bromas sobre sí misma siempre que
podía. En cambio Julia era introvertida, aunque cuando entraba en confianza era
charlatana, pero las personas debían comenzar las charlas, porque ella pensaba
como hablar antes, sacar temas, pero no se le ocurrían buenos temas y
terminaban dejándola sola, tenía humor pero no del intencional, si no que le
salían las cosas graciosas si no las buscaba, no era espontánea, era tímida,
indirecta, contradictoria, se preocupaba por todo, era despistada, pesimista e
insegura en casi todo. Esas diferencias bien remarcadas, hacían que sus personalidades
encajaran perfectamente, haciendo que formaran un dúo perfecto. Una incentivaba
a la otra a fomentar su carácter, mientras la ayudaba con sus situaciones de
conflicto, mientras a la inversa Julia controlaba los niveles de ira de su
amiga, sus palabras ofensivas hacia los más susceptibles, poniendo un límite en
su frontalidad, al mismo tiempo que le recordaba que ser directa era bueno,
pero los limites había que respetarlos.
Otra
de sus diferencias era que Julia tenía el mismo nivel de preocupación constante
que de delirios y sueños imposibles. Tantas expectativas le ponía a sus
divagues, que se desilusionaba de golpe. Pero Sophie al ser tan directa, le
bajaba sus expectativas antes de que se las bajaran de un hondazo. Por esas y
más razones eran amigas, se necesitaban una a la otra. Se complementaban.-Sucede
que sin querer, se corrió y le tiré el té encima, hirviendo, y lo bañé en té.
Pero no lo hice a propósito, se me cayó.
-Encima
de que me bañás en té hirviendo, sos una soberbia, me gritás, y ¿me preguntas
quién me creo? ¿No es que el cliente siempre tiene la razón?
-Sos
vos el primero en insultarme, gritarme y patalear por cualquier cosa, pedí
disculpas, te traje algo para secarte, y solo me estoy defendiendo de tu
agresión. El cliente tiene la razón, pero no el derecho a agredir al empleado.
-Entonces,
¿me hacés el favor de ir a buscar a tu jefe? Necesito hablar con él del
incidente.
-¿Qué?!
¿Por qué tanta exageración?
-Si
no traes ya mismo a tu jefe, voy a tener que llamar a mi papá. Él se va a
encargar de todo, total está habilitado para clausurar este lugar en un abrir y
cerrar de ojos. Es muy sencillo, y al final todo esto lo lograste vos con tu
prepotencia y tu orgullo.- dijo el comensal disgustado abriendo la tapa de su celular,
con claras intenciones de llamar a su poderoso padre.
A Julia le nació un inmenso odio, por no decir
exagerado, ya que ver a un chico reaccionar de tal modo, arrogante y
superficial, le provocaba nauseas. El odio le nacía desde el centro del estomago
hasta la cabeza, quemándole la garganta, diciéndole que gritara, que le gritara
a él todos sus pensamientos de desprecio. Estas cosas eran nuevas para Julia,
nunca pensó que esa era la forma de reaccionar ante el enojo real.
Ella nunca se enojaba, si lo hacía, respiraba
hondo y seguía sonriendo, pero por alguna razón esa fue la gota que rebalsó el
vaso.
-Van
a tener que hacer malabares para que este lugar permanezca abierto.
Julia no pudo contenerse más, y por primera
vez dijo lo que realmente pensaba de una persona en su propia cara. Esto podía
suceder solo porque ella no era ella misma, si no que era un chico, uno fuerte
al que todos en ese lugar apreciaban. En ese momento aprendió que jugar de
local era algo muy favorecedor. Sacó su lado más masculino, y lo agarró del
cuello de la remera con todas sus fuerzas. El muchacho, que tendría la misma
edad que ella, era tan delgado, pero aunque tuviera ojeras y fuera muy pálido,
en un punto era atractivo, aunque Julia ni se fijó en ese detalle ya que estaba
tan enojada que sus ojos ni lo miraban detenidamente, solo quería hervirlo en
agua para fideos, nunca se detuvo a mirarlo correctamente. Todo lo que en
realidad le hubiera pasado por la cabeza si fuera Julia en ese momento, sería
totalmente diferente de cómo lo veía en la actualidad, con los ojos de Julián,
que la poseía en ese momento.
En el momento que pudo observarlo
detenidamente, notó que su pelo era extravagante, la mitad derecha de su pelo
era larga, cubriendo parte de su cuello sin llegar a tocar su hombro, y el lado
izquierdo era corto, desde la vez que había rapado ese costado ya le estaba
creciendo el pelo nuevamente. Su flequillo casi cubría su ojo derecho ya que lo
tenía para el costado, y su tono era negro azulado. Tanto le desagradaba a Julia
que provocó que su lado escondido revolucionara y floreciera su carácter. En
ese momento no era la tímida y reservada, que temía herir sentimientos ajenos,
si no que era él, Julián, el chico valiente, directo y protector de los que
eran heridos por los incompetentes como ese bocón que tenía en frente.
-Soltáme,
¿qué te pasa?
-¡¿Qué
te pasa a vos?! ¿No te das cuenta que estas hablándole a una empleada? Tenés
que tener respeto, este es su trabajo y ella lo protege lo mejor posible. Además
si tenés problemas con una mujer, no te pongas detrás de tus papás para que te
defiendan, si no te atreves a enfrentarte a una mujer, ¿qué tal con un hombre? ¿O
qué? ¿Sos un cobarde? –Tomó aire - ella te pidió disculpas, ¿no te bastan? Si
las pidió de mala manera, debe ser porque le contestaste muy mal antes de que
ella se disculpe, no tiene que arrodillarse a pedirte disculpas. Si ella
reacciona mal, el jefe o yo la reprenderemos y tendrá sus consecuencias- Julia
ya no respiraba, solo tenía aire para seguir hablándole de forma inconsciente a
ese maleducado- ¿Te llevaste la materia “educación” a marzo?- todos estaban
boquiabiertos, y ella no había dicho nada genial, solo lo que se le cruzó al
verlo. La mitad de las cosas que había dicho eran una cruel mentira, pero si se
metían con su amiga, debían pagar. Más si era un inmaduro que no conocía la
palabra trabajo.
En
su trabajo era querida y respetada, se sentía cómoda con él, por eso no iba a
dejar que ningún intruso atentara contra él, ni que perjudicara a la familia de
su amiga, quienes habían sido tan buenos y correctos con ella. Ese era su
trabajo y sentía el deber de defenderlo con uñas y dientes.
-Julia…án,
tranquilo, dejálo ir, puede crearnos
problemas reales, vamos, calmáte- dijo Sophie agarrando gentilmente su hombro,
en señal de que lo soltara, tan sorprendida como el resto de las personas.
Lo
suelta a regañadientes. Cuando voltea su mirada, todos la observaban y no sabía
de dónde había sacado el valor para hacer lo que acababa de hacer.
-Si
no te gustan nuestros servicios, podes retirarte- le dijo por último Julián.
El
intruso se sintió tan humillado que se fue lo más rápido posible, refunfuñando
y maldiciendo por lo bajo, la situación había estado en su contra y encima, con
un público más que multitudinario.
Julián
volvió a la mesa que había dejado de atender abruptamente y se dispuso a volver
a su amado trabajo en paz.
-Disculpen
las molestias, ya mismo traigo su pedido- Julia notó que la clienta la
observaba anonadada, con los ojos celestes tan brillantes que la
inquietaban, y con las mejillas tan
sonrojadas que dejaban a las claras sus pensamientos, lo que enojaba a su
acompañante. Julia temía que a los clientes les pareciera mal su reacción y el
conflicto les ocasionara dificultades a los padres de Sophie, pero fue todo lo
contrario, los clientes le daban la razón, y como nunca se alteraba la paz de
esa confitería, ningún mequetrefe iba a arrebatar el buen ambiente del lugar.
Cuando
se acercaba a tomar las ordenes, los comensales lo felicitaban por defender tan
bien su trabajo, lo saludaban, y le recordaban que era bueno que se defienda a
los compañeros de trabajo, aunque muchos pensaban que la había a Sophie
defendido porque era su novia, pero se equivocaban. También dejaban una gran
propina, lo cual la sorprendía mucho más.
Ella
no caía en lo que había hecho todavía, no sabía de dónde había sacado esa idea
loca de agarrar a alguien del cuello de la remera y contestarle como lo había
hecho. Era la primera vez que soltaba todos sus pensamientos y su carácter defensor,
decir todo sin titubear. Su único dilema radicaba en sus sentimientos actuales:
sentirse bien por haber dicho todo lo que pensaba por impulso y sin dudas o
sentirse mal por haber dejado en ridículo al chico. Estas incertidumbres no
dejaron de rondar su cabeza hasta que llegaron con Sophie al colegio.
Aunque ya hacía varios años que ellas dos eran
amigas, con el resto de sus compañeras no lo eran mucho. Sophie le recordaba a
Julia que entre ellas ya eran amigas, y que al encariñarse con alguna nueva
amiga, eran más propensas a pelearse. Su lema era “mejor tener una única amiga
inseparable y leal, que nuevas amigas que nos dividan”, con lo que Julia estaba
cien por ciento desacuerdo, pero seguía siendo amigable con todos por si algún
día ellas se peleaban, no quedarse sola. A Julia le constaba que si su mejor
amiga se peleaba con ella, iba a quedarse sola,
y esa idea la abrumaba.
Vivían discutiendo, lo que era normal porque
sus personalidades eran muy diferentes, pero cada discusión fortalecía más su
amistad. Sophie era charlatana, extrovertida, graciosa, pero con los pies en la
tierra, atenta, segura según lo demostraba, frontal, positiva, y no le
preocupaba el qué dirán por lo que hacía bromas sobre sí misma siempre que
podía. En cambio Julia era introvertida, aunque cuando entraba en confianza era
charlatana, pero las personas debían comenzar las charlas, porque ella pensaba
como hablar antes, sacar temas, pero no se le ocurrían buenos temas y
terminaban dejándola sola, tenía humor pero no del intencional, si no que le
salían las cosas graciosas si no las buscaba, no era espontánea, era tímida,
indirecta, contradictoria, se preocupaba por todo, era despistada, pesimista e
insegura en casi todo. Esas diferencias bien remarcadas, hacían que sus personalidades
encajaran perfectamente, haciendo que formaran un dúo perfecto. Una incentivaba
a la otra a fomentar su carácter, mientras la ayudaba con sus situaciones de
conflicto, mientras a la inversa Julia controlaba los niveles de ira de su
amiga, sus palabras ofensivas hacia los más susceptibles, poniendo un límite en
su frontalidad, al mismo tiempo que le recordaba que ser directa era bueno,
pero los limites había que respetarlos.
Otra
de sus diferencias era que Julia tenía el mismo nivel de preocupación constante
que de delirios y sueños imposibles. Tantas expectativas le ponía a sus
divagues, que se desilusionaba de golpe. Pero Sophie al ser tan directa, le
bajaba sus expectativas antes de que se las bajaran de un hondazo. Por esas y
más razones eran amigas, se necesitaban una a la otra. Se complementaban.
Capitulo 2: 'El Intruso'
En
el colegio Julia destacaba por sus notas y por su respeto a los profesores, que
la tomaban de ejemplo siempre. Eso era tan bueno como lo era de malo, porque
sus compañeros le tomaron bronca y otros se aprovechaban de su “no” difícil,
utilizándola para que les resolviera los deberes y tareas de ellos. Como a ella
no le molestaba hacerles la tarea o explicarles, accedía, pero cuando se dio
cuenta que le estaban tomando el pelo, y luego de un sermón de Sophie, decidió
empezar a evitar que se aprovechen de ella: empezó a evitarlos poniendo
excusas, porque el negarse directamente se le complicaba demasiado.
Su
mayor problema era cuando, antes de una evaluación, le pedían que les explicara
antes de la misma, arrinconándola entre la espada y la pared, ya que no podía
negar que supiera y que se le facilitara más el explicar los temas. Entonces
tenía que explicar todo un trimestre en menos de diez minutos (lo que dura un
recreo), dejando a su paso un dolor de cabeza insostenible, perjudicándola a la
hora de expresarse en una evaluación.
-Hola
Julia, ¿cómo estás?- preguntó Elena, la blonda que encabezaba la lista de
personas que solo se acercaban a ella para pedirle un favor o aprovecharse de
su bondad.
-Mmm,
no, está igual que siempre, ¿qué necesitas?- se anticipó un poco incomoda
Julia.
-Es
que no entiendo porqué si siempre tuviste el pelo largo, sedoso y castaño
oscuro cabello, te lo cortaste así, masacrando tu cabellera- lo decía por el
corte varonil que se había hecho, aunque en el trabajo parecía más corto de lo
normal, en el colegio cambiaba su peinado, del costado izquierdo un mechón
largo hasta el cuello le enmarcaba el rostro, era un corte raro, pero práctico
para su cuartada- No necesito nada… Ah!, si, un chico nuevo va a entrar al
curso, y quería que lo supieran. Dijo la profesora que vos eras la encargada de
guiarlo todo el día al nuevo, tenías que mostrarle la escuela, sentarte con él,
ya sabés, integrarlo.
-¿Qué?!-
hirvió de ira Sophie- ¡Yo me siento con ella! ¡Qué disparate!, ¿desde cuándo
hacen esa estupidez en la escuela?
-La
alumna perfecta para los profesores es la persona más indicada para guiar al
nuevo, te compadezco. Pero a decir verdad, no especificaron si era alumna o
alumno nuevo, aunque espero que sea alumno nuevo, estamos súper poblados de
chicas, necesitamos más chicos.
“Jah!
Claro, vos querés un chico porque te conviene, pero yo soy la que tiene que
guiarlo, y en traje de mujer. Preferiría que fuera chica, no solo puedo hacer
una amiga nueva, si no que puedo hablar con tranquilidad y los nervios no van a
hacerme meter la pata. ¡Esto es injusto!” pensó Julia, sonriendo y asintiendo a
la vez. Sin duda sus pensamientos no se veían reflejados en su rostro.
Cuando
Elena se retiró de forma exagerada innecesariamente, como lo hacía con todo
siempre, Sophie ya había notado la falsedad de sus gestos y que su máscara
usual escondía la preocupación real de su rostro, adornando su usual pelo
asimétrico con una sombría mirada de desaliento.
-No
es justo que te encarguen guiar al nuevo o a la nueva, voy a hablar para que
vallamos juntas. Seguro es sencillo y podemos guiarlo entre las dos. No te
preocupes- palmeó su espalda y le sonrió, para que ella se aliviara un poco, lo
que resultó haciendo que Julia se relajara.
-Siento
informar que es un programa individual, donde la delegada o el delegado del
curso se encarga por separado de guiar y acompañar al nuevo alumno.- expresó la
preceptora, viendo el planteo determinado de Sophie.
-¡Pero
si ella no es la delegada!- la corrigió. Era una excusa patética.
-Estas
equivocada. Debido a que en el año ustedes no decidieron un delegado, por
cuestiones del reglamento los profesores eligen al delegado del curso debido a
las notas y su buena relación para con los profesores como con el resto del
curso.- Mira el rostro enardecido de Sophie de arriba abajo, la ira la estaba
consumiendo- También es parte del reglamento utilizar el guardapolvo de forma
correcta, alumna Azula. Usted también, delegada Benderu.
-¿Sabe
usted que me sofoca ponerme bien el guardapolvo? Usted no se tiene que abrochar
su guardapolvo en la espalda hasta el cuello, hace calor, sufro claustrofobia
en este uniforme, y es más práctico. Por lo menos lo uso, lo doy vuelta, pero
lo traigo conmigo, hay muchos que ni lo traen, y van por todo el colegio con su
ropa normal.
Julia no dejaba de admirar su determinación al
contestarle a una autoridad, ¿qué hacía que ella no pudiera poner esas
sencillas palabras en su boca? ¿Qué le impedía actuar?
-Bien,
de eso me voy a encargar. Cuando solucione ese problema, quiero verla con el
guardapolvo bien puesto, ¿entendido?
-Soluciónelo
y vemos- agarró de la muñeca a Julia que observaba como siempre desde afuera,
haciendo notas mentales de cómo actuar a futuro-. Vamos Julia, tenemos que ir a
clases.
Como
era normal que su amiga estuviera siempre con cara preocupada y triste, su
mejor amiga siempre sonreía y contrarrestaba su negatividad con positividad al
máximo posible, si no, se enojaba mucho, para sacarle sonrisas y no dejar que la
sombría Julia apareciera tanto. Sophie no era de tener puntos medios: o muy
feliz o muy enojada.
Cuando
entran al curso, se dieron un susto de muerte. Tanto se sorprendieron que todos
se dieron vuelta a ver al par, que miraban horrorizadas lo que tenían en
frente. Sophie había lanzado un gritito ahogado. Julia estaba tan impávida que
su tez ya de por sí pálida, había pasado de un rosa claro a blanco cal. No
podía emitir un solo sonido. Todo porque el compañero nuevo que estaba al lado
del profesor, que también las observaba sorprendido, al que ella debería guiar
por todo el colegio, acompañarlo, presentarlo ante el curso, sentarse con él
todo el día, era el mismísimo alborotador de Cute Cake de esa misma mañana.
Su
cabello negro azulado corto del lado izquierdo y largo hasta reposar en su
hombro del lado derecho, cortado en dos capas. El lado largo, también tenía un
flequillo que reposaba en el ojo del mismo costado tapándolo. Un lunar debajo
de su ojo izquierdo, terminaba por hacer llamativa su sombría cara, de ojos
grandes y azules, con cejas gruesas haciendo un techo en su mirada, nariz
respingada y mentón afilado, con ojeras resaltadas por la palidez de su piel y
boca mediana, no tenía labios gruesos ni finos, normales. Para Julia, bastante
exagerado su aspecto. Su ceño estaba fruncido al ver a Sophie entrar en su
nueva clase, lo que hacía que su amiga
se estremeciera del miedo, y quisiera huir de la escena. Era un chico delgado,
por pocos centímetros más alto que ella, el guardapolvo le quedaba un poco
grande.
-Azula
y Benderu, ¿tengo que ponerles media falta por llegar tarde?, mejor siéntense.
Estamos presentando al alumno nuevo, ¿podrían no faltar el respeto?- dijo el
profesor García al ver que ellas seguían petrificadas en la puerta.
-Ah,
sí, perdón- recobró su estado altanero Sophie, agarró nuevamente a su amiga de
la muñeca, ya que esta no reaccionaba, y se la llevó al asiento, con su cabeza
en alto, demostrándole al nuevo que ella tenía derecho de piso, y que él tendría
que bajar la cabeza si quiere seguir en ese colegio.
Ellas
se sentaron en sus lugares usuales, a delante de todo, atrás estaban sus
amigas, con las que siempre armaban grupo de estudio, Natalie y Melody,
mientras que a delante de Sophie y Julia se sentaba Martín, el amigo de Julia,
ya que eran un número impar.
-Bueno,
prosigo, como ya habrán notado, él es el alumno nuevo, su nuevo compañero, y
aunque ya se van a conocer, se llama Gaél Ramírez. Tiene un año más que algunos
de ustedes, porque debido a que el padre trabajaba en el exterior por negocios…
No sé por qué me obligan a explicarles algo innecesario como esto, ustedes se
van a conocer ya, pero ya que cambiaron las reglas… También es mi deber
informarles que Julia Benderu es la delegada actual del curso decidido por los
profesores debido a que sus notas y relaciones con el curso y profesores son
buenas. Esto es consecuencia de que nadie se haya molestado en buscar un
delegado. Si están disconformes, el año próximo tienen la obligación de elegir
al delegado. – A Julia le subió la sangre a la cabeza, ya no podía pensar con
claridad- Ahora es la encargada de guiarlo por el colegio y encargarse de Gaél.
Es un método innecesario como ya dije,
pero es una regla nueva que hay que seguir.
El
profesor dejó que los murmullos inundaran el aula y se acercó a Julia.
-Tenés
que cambiarte de lugar, Azula se sienta acá adelante, con Martín Bernardino y
Gaél con Benderu.
“No,
no. Algo debe estar mal. Mi cabeza da vueltas. Mi lugar. Gaél. Delegada.
Julián. Sophie. Chico nuevo, ¿¡qué!? Tienen que matarme, o me suicido. Es una
opción muy buena ahorcarme con el cinturón del guardapolvo. ¿Cómo este día
terminó así? Mejor dicho… ¿cómo empezó de esta forma?”
-Si-
dijo Sophie un poco nerviosa, ella tampoco creía lo que estaba pasándole.
Gaél
se sentó del lado de la pared y Julia se acurrucó en su lugar, haciéndose
chiquita para no tener contacto con él, aunque su deseo fuera poder
desvanecerse.
Parecía
antipático, más allá de la mala relación entre ella y él. Estaba apoyado en su
mano derecha, lo que impedía que Julia le viera la cara, ya que el flequillo
tapaba su rostro.
-Hola-
le dijo él a Julia, y extendió su mano libre hacia ella, la cual observó
atónita, no podía creer que esta mañana hubiera sido todo un grosero y ahora
intentaba ser educado. Luego de largo rato de examinar la mano se dio cuenta
que ella era más maleducada al no tomar la mano.
-H-hola-
dijo ella casi en un susurro estrechando su mano. Después él volvió a su
posición inicial, impidiendo que Julia viera su cara.
“Estoy
segura que ya sabe que soy Julián, lo único que no sé es porqué no hace un
escándalo ni dice nada! Mátenme!” pensó Julia.
-Conoces
a la chica que estaba sentada con vos? – dijo él de repente.
-Sí-
respondió ahogadamente Julia, “Es obvio, tarado. Sospechará, ¿qué hago?”.
-La
vi hoy en la confitería a la que fui. No nos llevamos bien, hoy fui un poco
agresivo con ella, pero en este momento siento agujas y pinchazos en la nuca,
debe odiarme mucho- sin duda Sophie le clavaba la mirada con ira.
-Puede
ser…- “Yo te odio más que ella, de eso estate seguro!”
-Te
estoy escuchando, y de paso vigilo que no intentes ser agresivo con mi mejor
amiga- dijo Sophie, hostilmente.
-Perdón
por lo de hoy- dijo él dándose vuelta para mirarla a la cara, no tenía cara de
cordero degollado pero no poseía expresión de falsedad, Julia reconocía cuando
alguien era falso porque ella lo era-. Estaba nervioso, soy nuevo, y no
acostumbro quedarme callado cuando alguien me contesta como vos lo hiciste.
Igual con vos no tengo ningún problema, con el que tengo es con tu novio, el de
la confitería, decile que lo voy a hacer llorar cuando lo vea nuevamente.
Julia
casi se larga a llorar en ese momento, su corazón dio un vuelco, un nudo en la
garganta le impedía respirar bien “qué hice para merecer esto?”
-Si,
mi novi… No es mi novio!- se rió Sophie- Es el hermano de Julia!
Julia
quería ir a esconderse bajo el escritorio, cuando Gaél la miró se quedó
observando un rato su cara, como buscando algo. Después de un momento de
observar de reojo el rosto aturdido de Gaél, ella notó que este tenía sus
pétreas mejillas un poco más coloridas, pero él movió su cara hacia adelante
antes de que ella lo pudiera comprobar.
-Sos
su hermana?
-S…si-
“por el amor de Dios, seguro que se da cuenta, es la misma voz, un poco más
afinada”
-Perdón,
son muy parecidos ahora que me doy cuenta. Disculpá si te ofendí al hablar mal
de tu hermano.
“Bien,
esto me sobrepasa. Se está disculpando? Qué raro en él hacer eso! Pensé que
conocía la palabra ‘perdón’ o ‘disculpe’. Hasta parece más humano!” Pensó
Julia.
-También,
ahora que me acuerdo, discúlpame que te robe tu tiempo y te obliguen a
acompañarme todo el día y a sentarte conmigo- parecía un poco tímido, se rascó
la nuca donde adornaban dos mechones de su pelo largo.
“Si
te disculpás tanto, voy a pensar que sos una persona medianamente buena, no te
disculpes, deja que te odie, no odiaba a una persona tanto desde primaria. Por
tu culpa soy delegada y guía turística, con lo que me cuesta hablarle a multitudes
o a simples personas como los comerciantes” volvió a sincronizar en su mente
Julia.
-No
hay problema, bienvenido- dijo ella con una de sus más falsas sonrisas. Gaél
solo carraspeó.
En
el recreo, Julia tuvo que tomar su papel nuevo, “guía turística” del nuevo, que
no lo tragaba ni con un litro de agua.
-Esa
es la librería, solo te dejan bajar antes de entrar al grado y en recreos.
-Ah,
es un poco monopólico este colegio, tiene su propi librería y fotocopiadora, a
demás de buffet. Nadie necesita salir a comprar afuera.
-Es
verdad. Allá está…
-Ahora
pareces menos tímida- dijo él con una sonrisa.
-Tímida?-
“Qué!? No te distraigas imbécil, estoy guiándote a VOS! En este momento podría
estar con Sophie en vez de con vos! A parte, mirá quien habla, señor ‘me rasco
la nuca’ hmm”
-Si,
al principio pensé que eras tartamuda, todo “H-hola, S-si, si”, ahora está
menos débil tu voz- dijo él imitando su voz.
-No
hablo mucho…
-Conmigo
ahora estás hablando, así que hice que cambiaras un poco tu forma de hablar-
pensó en voz alta Gaél, parecía entusiasmado.
“No, este chico no va a entender nunca que
tengo tantas ganas de pegarle que o controlo mis ganas de pegarle o controlo el
tartamudeo, al parecer al no prestar atención a otra cosa que no sea no
pegarle, me hizo dejar de tartamudear”
-Es
posible, estoy más cómoda.
-Disculpá
que te interrumpí, solo me alegró tu cambio- volvió a rascarse la nuca.
-Bueno,
allá está el baño, es de chicas, pero el de chicos está en el pasillo. El resto
son aulas que por lo general decrecen desde la biblioteca hasta acá, el resto
es cosa de necesitar hablar con la preceptora, está en esa cabina.
-Ah…
ese es el fin del recorrido?
-Si,
creo que ya te indiqué todo.- “por suerte”
-La
verdad es que al principio no parecías una delegada, me imaginé que eras más
despreocupada o extrovertida, para ser delegado hay que tener un poco de
desfachatez, pero al final me di cuenta que te quedaba bien ser delegada.
Julia
lo miró asombrada un momento, “está alagándome, si.. creo que sí. Pero piensa que
no soy extrovertida… está muy lejos de pensar que soy Julián, genial!” se
alegró Julia.
-Gracias.
-Ahora
sos libre de ir con tu ami…
-Julia‼ - gritó una voz conocida a
través del pasillo. Sophie se acercaba dando saltitos con un chico muy alto al
lado suyo, su aspecto era exótico al lado de la femenina y delicada peli negro.
Era alto y llegaba largas rastas pasando sus hombros, ropa rastafari, con la
bandera de Jamaica y el guardapolvo abierto, una barba poblada en el mentón y
cejas gruesas. Su pantalón era holgado de una tela de hilo fino, negro a rallas
verticales blancas, con más de dos bolsillos. Parecía bastante desprolijo. Era
todo lo contrario a Sophie. Era el su novio hace un año y medio, Julia lo
describiría como “un chico sucio”. A
pesar de eso, y de que ella consideraba que su amiga tenía un especial mal
gusto, le agradaba y pensaba que era simpático porque a ella no la molestaba. A
Sophie le gustaban todos sus defectos y sus virtudes, estaba locamente
enamorada de él, y mientras Julia viera que ella fuera feliz, no iba a intentar
cambiarlos.
-Sophie-
Julia abrazó a su amiga, no sentarse con ella era como estar cien días sin
verla- Hola Benjamín. So, ya terminamos el recorrido.
Sophie
entendió enseguida su expresión de suplica.
-Hola
Gaél, tanto tiempo! Como te está yendo? – dijo muy amigable Benjamín. Ni Julia
ni Sophie entendían qué estaba pasando, ni qué capítulo de la historia se
habían salteado. ¿De dónde se conocían?
-Hola!
No sabía que estabas en este colegio, ella es tu novia?- preguntó Gaél,
chocándose las manos y haciendo un saludo con el hombro como si se conocieran
de toda la vida.
-Sí,
soy su novia- expuso de forma altiva Sophie- De donde se conocen?- le parecía
algo desagradable, como si hubiera encontrado a su novio con miss universo
teniendo una aventura.
-Somos
amigos desde la primaria. Como éramos vecinos venía a jugar a casa, y yo
merendaba en su casa. El último año que estuvimos en el mismo colegio me ayudó
a pasar de año. Explicame qué te hiciste en el pelo. – dijo alborotando su
flequillo.
-Jajaja, mirá quien habla, “don arácnido”-
dijo el otro agarrando una rafta, aunque la soltó rápido, le daba un poco de
cosa la textura de eso que llevaba en la cabeza su amigo.
Mientras
charlaban, se pegaban y contaban cosas de sus vidas, a Sophie le daban ganas de
raparlos a ambos, pero se contuvo y se llevó del brazo a Julia, rescatándola
del aburrimiento que era escucharlos a esos dos decir cosas sin importancia.
-Hice
algo injusto en mi otra vida? Será mi karma? Por ahí es porque maltrato a la
preceptora… tengo que dejar de hacer eso? Creo que es un castigo divino!-
dramatizó Sophie.
-Creo
que las dos estamos malditas por algo.. Yo odio a Gaél y me lo endosan como si
nada, me nombran delegada cuando soy mala para dar discursos o comunicarme con
el grado, él odia mi lado oculto, Julián, que encima cree que es mi hermano y
piensa que yo soy tímida e introvertida, por eso me trata bien. Qué hago?
-En
primer lugar, si, estas un poco maldita… pero parte de lo que pasa es tu culpa,
vos tendrías que quejarte si no te gusta ser la delegada. Y él no se equivocó,
te describió tal cual!, sos introvertida y tímida, yo que te conozco más, puedo agregar que sos
pesimista y exagerada en negatividad.
-Se
me nota mucho?
-Claro
que se nota, sos callada, hablas cuando entras en confianza, y nunca le decis a
las personas directamente lo que pensas, además, si era lo que pensabas no le
dijiste “Mirá querido, yo no tengo porqué guiarte, estás grande, que te guie la
vida” , decime, no recordás lo de esta mañana y querés partirle la cara de una
piña?
-La
verdad es que sí, pero siendo Julia no puedo, prefiero esconder mi cabeza como
los avestruces. Soy cobarde.
-Me
da gracia que sigas en tu misma terca y inmadura postura, tenés que avanzar.
Pero eso lo tenés que hacer sola, no te pienso ayudar.
-Mala.
-Muy
mala. Volvamos- y empezaron a caminar hacia ellos.
-Bueno,
Benja, terminaste de hablar? Vení, vamos a comprar un helado.
-Ok,
bueno Gaél, nos vemos. Me alegra que hayas vuelto.
-A
mi también. Nos vemos!- saludó con su mano y volteó a mirar a Julia, que se
había quedado viendo como se alejaban Sophie y Benjamín, como siempre
discutiendo pero abrazados, parecía obnubilada al verlos.
La
cara de Julia estaba enmarcada con un flequillo castaño oscuro desparejo al
costado que cubría su frente, tenía un mechón largo del lado izquierdo que
llegaba al termino de su cuello, lacio y parecía sedoso a la vista. Sus
pestañas eran resaltadas con maquillaje y los ojos delineados, grandes y de
color chocolate, aunque siempre que estaba vestida normalmente, sin hacer su
papel de Julián, parecían preocupados, aunque no tuviera razón alguna para
estarlo, sus ojos reflejaban insatisfacción y tristeza. Sonreía poco y cuando
lo hacían sus cejas no se relajaban si no que dirigía su seriedad y
preocupación a ellas, dejando su entrecejo siempre arrugado en forma de pena.
Sus rasgos faciales eran excéntricos, no tenían nada de comunes, pero no era
belleza atractiva, era distinta, y Gaél lo notaba. Su piel parecía suave pero
fría y su tonalidad era pálida pero tenía color en las mejillas, en cambio al
lado de gaél ella parecía luminosa y radiantemente colorida. Era delgada y casi
sin curvas, no tenía busto, lo que la facilitaba realizar su papel de Julián, y
sus caderas eran normales, ni muy anchas ni muy delgadas.
En
ese momento Gaél notó que sus ojos tristes miraban brillosos la escena de su
mejor amiga feliz, su cara era más colorida y hasta las comisuras de su boca se
curvaban formando casi una sonrisa. A Gaél le gustó el rostro de Julia.
Gaél
carraspeó para que su voz no saliera vergonzosa.
-No
ibas a ir con tus amigos?
-Eh?
Ah! No, no, no te voy a dejar solo, no conoces a muchos… Aparte no quiero
interrumpirlos. Vení, vamos al aula.- “Julia, que te pasa? No querías que se
fuera? Deshacerte de él? Él se despegaba solo, y vos dejaste escapar la
oportunidad. A veces te desprecio tanto que si no fuera porque somos las dos
‘Julia’, tomaría tu lugar. Reaccioná!”
Ellos
se dirigieron a su aula donde se encontraban los amigos de Julia, que aunque no
fueran muchos, eran buenos y se llevaban bien con Sophie. Ellos eran tres: Martín,
Melody y Natalie. Parecían un extraño grupo.
-Hola,
como estuvo el recorrido? Fue interesante?- preguntó Gabriél, irónicamente.
-Mmm..Sí-
dijo Gaél.
Al
parecer nadie entendía por qué tenían que mostrarle el colegio a un compañero
nuevo.
-Bueno,
nos presentamos. Yo soy Martín, ella es Melody- señaló a la chica que tenía
ojos verdes agua, pestañas y ojos grandes, busto prominente y pelo corto
marrón-, vive hablando en inglés y es fanática de lo rosado, la de pelo celeste
es Natalie, o Nate, como le dice Melody. Como verás, es raro su color de
pelo, cambia todas las semanas el color.
La semana pasada lo tenía azul como el tuyo.
-No
hables por nosotras- dijo la chica de cabello celeste cielo, de pelo corto y
lacio, con un pañuelo negro en la cabeza en forma de vincha. Era menudita pero
también tenía busto prominente, pero al contrario de su compañera ella vestía
de colores oscuros y remeras cerradas, y la otra colores claros y más
expuestos-tenemos boca. Por si no te enteraste, no cambié el color, solo se
decoloró.
-Amor
y paz Nate, aunque a decir verdad, Gaél, no te hagas amigo de él, es molesto-
dijo mientras se repasaba el labial rosado de los labios.
-Julia,
estás haciendo la tarea? – preguntó Martín.
-No,
solo dibujaba un poco- Julia se puso a dibujar un ojo llorando cuando Gaél se
arrimó a ella para observar de cerca qué tan buena era. Cuando se acercó, su
cabeza estaba muy pegada a la de ella, pero ninguno se dio cuenta. Cuando él se
percató y se quiso correr por la vergüenza, rozó el brazo izquierdo apoyado en
la hoja de Julia con su pelo largo. Esto activó los nervios de la chica que
estaba dibujando, y la hizo reaccionar a la picazón repentina, y al ponerse
nerviosa, levantó rápidamente el brazo afectado, golpeando así el rostro del
chico. Este, del dolor se llevó las manos a la boca. Julia le había pegado
fuerte y ahora se sentía muy culpable. Cuando horrorizada por su acto de
violencia, lo fue a auxiliar, notó que se había cortado el labio inferior, y de
él salía una gota de sangre. Esto bastó para que la chica se quedara inmóvil,
mirando fijamente la cara del muchacho que se fijaba si tenía sangre con el
dedo.
-Ja,
disculpá, no sabía que te ibas a exaltar así, al verte delgada nunca imaginé
que tu fuerza fuera tal- dijo Gaél observando que Julia no salía de su shock-
Estas bien?
Al
no conseguir respuesta alguna de parte de ella, la miró y confirmó que estaba
pasándole algo raro. Volteó a mirar a alguien que los auxiliara, porque estaba
preocupado.
-Disculpáme,
Gabriél te llamas? Julia está…- dijo señalándola ya que no sabía describir su
estado- qué le pasó?
-Eh?-
la miró de cerca y analizó un poco la situación. Hasta que divisó la sangre en
el labio del chico- Ah, está bien, seguro vió la sangre y se shockeó. La más
minima gota que ella vea, la he quedar paralizada. Secate la sangre y retomá la
conversación, si no…
-Dale
un beso!- acotó Melody pellizcando a Martín que ya se había dado cuenta de su
movida- si no reacciona, dale un beso en la mejilla, funciona.
-Qué?!-
preguntó él un poco ruborizado.
-No
le hagas caso, es mentira- le previno Martín, al cual le molestaba sobremanera
que hicieran ilusionar injustamente a las personas- Si hicieras eso, es probable
que ella no te vuelva a hablar y que Sophie te hierva en una sopa.
Gaél
estaba un poco mareado, pero prefirió no hacerle caso a Melody.
-Martín!
Ya estaba por acceder, lo arruinaste! I hate you- se quejó ella, y se fue a
sentar muy ofendida.
Gaél
miró a la inmóvil Julia, su estado no había cambiado un milésimo, hacía unos
cuantos minutos que no reaccionaba. Él pasó una mano frente a sus ojos, para
ver si sus ojos seguían el movimiento, pero no hubo caso.
La
causa principal del shock o bloqueo que hacía Julia al ver sangre, era un
trauma de la niñez. Cuando era chica, a los diez años, tuvo la mala suerte de
ver un desagradable accidente en moto, donde la sangre desparramada fue el
actor principal y ella era su espectadora. Su madre la tomaba de la mano para
cruzar la avenida camino a casa y vieron pasar una moto a máxima velocidad. Un
camión que venía del carril contrario se desvió y chocó con el motoquero que
terminó lejos de su moto. El que conducía el vehículo pequeño sacó la peor
parte, salió volando por los aires media cuadra, mientras que su cuerpo
mutilado del motoquero rodaba por la calle y su cabeza caía a los pies de
Julia, encastrando su cara y salpicando su ropa de gotas escarlatas. Su madre
aunque también lo presenció, no pudo evitar que su hija viera toda la tragedia
porque el accidente habría sido muy rápido y la reacción fue lenta. Aunque a
Julia esto le llevó varios años de terapia, quedaron recuerdos en ella que la
hacían reaccionar de esta forma, cada vez que veía sangre, se tildaba del
pánico.
-Julia…
Mmm… qué estas intentando dibujar? Vas a dibujo? –dijo él secando su sangre.
-Ah?-
dijo Julia respondiendo a su compañero que estaba preocupado, pero al parecer
esto la volvió efectivamente en sí.
-Si
vas a dibujo, me gusta como va eso que dibujabas- dijo aliviado Gaél.
-Ah…
Esto, no, no pude ir a dibujo por el momento. Algún día cuando termine el
colegio… Igual tengo pensado seguir una carrera vinculada con el dibujo- dijo
ella retomando su dibujo, como si nada hubiera pasado.
-No
te acordas de… nada?
-De
qué?- preguntó ella un poco asustada “me descubrió? Si me acuerdo de que me
hizo enojar vestida de chico?”
-No,
nada, dejá –“mejor dejar las cosas como están”.
Las
siguientes horas de clase transcurrieron normalmente, Julia se llevaba un poco
mejor con él. Sus sentimientos de desprecio no desaparecían, pero si él no
sospechaba nada de ella quería decir que podría mantener las dos vidas
normalmente, hasta conocerlo y hacerse amigos, total, él no parecía tan idiota
como lo pensó ella en la mañana.
A
la salida ella se fue con Sophie a su casa y se separaron al llegar a la casa
de Sophie que estaba a cuatro cuadras de la casa de Julia.
Cuando
llegó a su casa, descansó un poco y se dedicó a hacer las tareas para el
próximo día, su trabajo la esperaba desde temprano, a las seis de la mañana, y
ella no faltaba ni un solo día. Se durmió deseando que Gaél no apareciera al
otro día en CuteCake.
Se
levantó Julia temprano, alrededor de las seis de la madrugada, desayunó y se
dirigió hasta su trabajo, donde se cambió como Julián y terminó de organizar
todo para cuando Sophie llegara y ambas comenzaran su día de trabajo. Julia
atendió todas las mesas con mayoría de mujeres y Sophie todas las que reinaban
más los hombres. Sinceramente a las parejas que Julián atendía, el novio por lo
general se enojaba con su novia por quedarse mirando obnubiladas al mesero, sin
saber que se trataba de una simple chica. Cuando los hombres eran atendidos por
Sophie, sus novias se ponían agresivas, pero en vez de agarrárselas con el
novio perdido en la belleza de la pequeña muchacha, se la agarraban con Sophie,
como si ella fuera la culpable. Ella terminaba discutiendo todas las mañanas.
-Ya
me cansé!- exclamó ella enojada suspirando ante Julián- Viven discutiéndome a
mí! Yo no tengo la culpa de provocar lo que provoco, si su novio es un baboso,
a mi que no me culpen!
-Sophie,
tranquila, están así porque te envidian un poco, pero evita pelearte con ellas,
si no voy a terminar atendiendo a sus novios y vos vas a atender a las chicas
solamente.
-Sería
más cómodo, porque las odio.
-Odiar…
No es mucho?
-No
lo es- suspiró y volvió a su trabajo con el pedido en la bandeja que llevaba en
la mano. Julia hizo lo mismo, quien estaba tensa porque Gaé no había pasado por
Cute-Cake pero podía caer en cualquier momento. Estaba segura de que si la
veía, iba a descubrir todo. Estaba feliz al ver que no llegaba. Cuando se
hicieron las once, ellas se fueron a vestir para ir al colegio. Sophie iba a
salir con Benjamín por eso se arregló más y se vistió más rápido. Como entraban
a la una al colegio, iban a salir antes y de ahí al colegio. Cuando terminó de
vestirse Julia todavía no había terminado de desvestirse. Ella quedó sola en el
vestuario.
Pensaba
que esa mañana había sido normal, que quizás era todo una pesadilla y Gaél no
existía. Cuando todavía no se había sacado la faja, escuchó que alguien entraba
al vestuario, un poco alterado. Se imaginó que era Sophie que había olvidado
algo, y sin darse vuelta siguió ordenando su ropa recién cambiada. Seguía en
ropa interior aunque tenía el peinado de Julián que siempre dejaba para lo
último, entonces le expresó a Sophie su felicidad.
-Te olvidaste algo? eso es estar enamorada- se rió ella- viste? hoy no vino, pude hacer mi trabajo tranquila, si no hubiera descubierto todo. Voy a poder hacer mi vida, por suerte, espero que no vuelva por acá. Estas muy callada, que opi...-dijo ella dandose vuelta. Pero cuando lo hizo se dió cuenta de algo que casi le provoca un paro caríaco.
-Te olvidaste algo? eso es estar enamorada- se rió ella- viste? hoy no vino, pude hacer mi trabajo tranquila, si no hubiera descubierto todo. Voy a poder hacer mi vida, por suerte, espero que no vuelva por acá. Estas muy callada, que opi...-dijo ella dandose vuelta. Pero cuando lo hizo se dió cuenta de algo que casi le provoca un paro caríaco.
La persona que estaba ahí, que había entrado y ella lo había confundid con
su mejor amiga, no era ni más ni menos que de la persona que estaba hablando:
su compañero nuevo de clases, Gaél, que se había quedado helado mirandola fijo.
El peinado de Julián no favorecía las cosas, su faja era lo único que cubría
sus pechos y estaba en ropa interior. Su cuerpo semidesnudo estaba frente a su
enemigo que la había enojado y al mismo tiempo tratado bien en el día. Su
compañero de clases! Julia no sabía que decir ni hacer, él al parecer tampoco,
los dos estaban congelados.
Si hacían un movimiento ambos podían dar un paso en falso. Se observaron un
momento largo. Él parecía nervioso y sorprendido. Ella estaba shockeada, sudaba
frío, se le había paralizado el corazón y la respiración.
Casi se le salían los ojos de las orbitas. Que vergüenza estaba pasando.
Sentía que iba a morir en cualquier momento, sus dos vidas perfectas, su
identidad falsa, se habían perdido en el momento que él vio todo. Por fin Gaél
reaccionó razonablemente.
-Eh... perdón, me voy.
Dió media vuelta para irse muy avergonzado y un poco atontado.
-Ah, antes, tenemos que hablar.- aclaró él sin darse vuelta y continuó con
su salida.
Julia quedó en el lugar, deprimida y compungida. Estaba avergonzada, y
confundida. Quería retroceder el tiempo. Quería que todo fuera como antes. A
los pocos minutos Sophie entró y la encontró petrificada mirando donde antes
estaba Gaél, como si hubiera visto un fantasma.
-Disculpá, me tengo que ir antes... qué te pasó?- dijo Sophie yendo hacia
ella.
-Lo... descubrió- dijo con un hilo de voz Julia. Miraba al vacío.
-De quién hablás? De qué? No entiendo, qué te está pasando?
-G-gaél... lo descubrió- dijo con lo último de su oxigeno guardado, como un suspiro. Se dejó caer ya que le temblaban las piernas. Comenzó a llorar sin expresión en la cara, como si no se diera cuenta que lloraba. Luego rompió en llanto en el hombro de su amiga, la cual se había agachado para consolarla. No solo un chico había visto su cuerpo semidesnudo, si no que su trabajo estaba en juego, su amado trabajo. Su "identidad" real, no debía saberse, él la había descubierto. ¿No podría trabajar más de Julián, con lo bien que a ella le hacía?
-De quién hablás? De qué? No entiendo, qué te está pasando?
-G-gaél... lo descubrió- dijo con lo último de su oxigeno guardado, como un suspiro. Se dejó caer ya que le temblaban las piernas. Comenzó a llorar sin expresión en la cara, como si no se diera cuenta que lloraba. Luego rompió en llanto en el hombro de su amiga, la cual se había agachado para consolarla. No solo un chico había visto su cuerpo semidesnudo, si no que su trabajo estaba en juego, su amado trabajo. Su "identidad" real, no debía saberse, él la había descubierto. ¿No podría trabajar más de Julián, con lo bien que a ella le hacía?
(...)Continuará (...)
By: Juliana Cecconi ~ (Yane!)